Capítulo II

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El sol de la mañana brillaba en el cielo despejado cuando me desperté. La conversación con Lyra aún giraba en mi mente, como un eco que se resistía a desvanecerse. Decidí comenzar el día con un buen desayuno, y me dirigí a la cocina donde mis padres ya estaban preparando café y tostadas.

—¿Cómo dormiste, Elara? —preguntó mi madre, mientras me servía un vaso de jugo.

—Bien, aunque me costó un poco dormir. Hay muchas cosas nuevas en este lugar —respondí, intentando sonar casual.

Mi padre levantó la vista de su periódico. —Darkvale es un lugar peculiar, pero te acostumbrarás. ¿Qué piensas de la casa hasta ahora?

—Es interesante. Ayer conocí a nuestra vecina, Lyra. Me contó muchas cosas sobre el pueblo —dije, tratando de no parecer demasiado intrigada.

Mis padres intercambiaron miradas, pero no dijeron nada más al respecto. Después de un rato de charla trivial y risas, mis padres se despidieron para ir a hacer algunas diligencias. Me quedé sola en casa, sintiendo una mezcla de libertad y aburrimiento.

Decidí aprovechar el tiempo para trabajar en el jardín y jugar con Déxter, nuestro perro, un Doberman. Salí al patio trasero, donde el aire fresco y el canto de los pájaros creaban una sensación de tranquilidad que contrastaba con las historias que Lyra me había contado. Empecé a regar las plantas con una manguera, sintiendo cómo el agua fresca revitalizaba las flores y arbustos.

Déxter corría alegremente por el jardín, persiguiendo su pelota y revolcándose en el césped. La rutina me relajaba y me ayudaba a despejar mi mente. Pero de repente, un zumbido extraño rompió la calma.

Miré hacia arriba y vi de nuevo un dron volando sobre el patio. Era más pequeño que el anterior, con hélices que giraban rápidamente, y parecía estar moviéndose en círculos sobre mí. El zumbido se hizo más prominente y me di cuenta de que el dron estaba demasiado cerca, casi como si estuviera observándome.

Mi primera reacción fue de sorpresa y confusión. Miré a mi alrededor, pero no había señales de quién pudiera estar controlando el dron. Déxter dejó de jugar y levantó la cabeza, observando el objeto en el aire con una mezcla de curiosidad y alerta.

—¿Hola? —llamé al aire, esperando obtener alguna respuesta, aunque sabía que era poco probable.

El dron continuó su vuelo sobre mí, y empecé a sentir una creciente incomodidad. La sensación de ser observada era perturbadora. Intenté seguir con mis tareas, pero cada vez que miraba hacia arriba, el dron parecía estar en el mismo lugar, flotando como un insecto molesto.

Decidí que debía hacer algo al respecto. Me dirigí al borde del patio, donde traté de ver si había algún signo de una persona en las casas cercanas. Pero todo estaba en silencio, como si el dron fuera el único testigo de mi creciente inquietud.

Finalmente, el dron se alejó lentamente y desapareció tras los árboles. Me quedé allí, en el patio, con el corazón acelerado y una sensación de desasosiego que no podía ignorar.

¿Quién estaba controlando el dron y por qué estaba tan interesado en mí?

Me dirigí de vuelta a la casa, el pensamiento de hablar con Lyra sobre el extraño incidente en mi mente. Algo me decía que este dron no era una simple coincidencia y que, de alguna manera, estaba conectado con los misterios de Darkvale y la familia Wexler.

Déxter trotó a mi lado, y mientras entrábamos en la casa, no pude evitar preguntarme qué otros secretos oscuros se escondían detrás de la aparentemente tranquila fachada del pueblo.

De vuelta en la casa, me senté en la cocina con una taza de té, tratando de calmar mis nervios. El zumbido del dron seguía resonando en mi cabeza, como un recordatorio constante de que había algo extraño en este lugar. La inquietud se mezclaba con mi curiosidad, y no podía sacudirme la sensación de que estaba al borde de descubrir algo significativo.

La Casa del Otro LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora