Cap 1

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Usualmente no cuestiono las decisiones de mis padres, más bien, acato cada uno de sus deseos sin poner resistencia.

Es algo así como una obra realizada por ellos en donde... ¿sí soy el personaje principal? De todas maneras no importa. Si la intención de ellos es el que me quede tras bambalinas, será porque tienen algo planeado para mi en pos de mi bienestar y éxito.

No podría poner en duda nada proveniente de ellos. Son mis padres, después de todo.
Trabajan muy duro para darme todo el lujo que me rodea, añorar más sería muy ambicioso de mi parte.

Pero... ¿Y si deseo algo que no es tan costoso?

Es muy simple: Estoy un poco cansado de estar tanto tiempo en el mismo lugar y con las mismas personas.

Tengo dieciséis años, se supone que, como adolescente, debería crear los mejores recuerdos con amigos de mi edad y en fiestas. En cambio, mis recuerdos son de libros de historia bañados en polvo, vejestorios como maestros y charlas rutinarias con el personal de la casa.

Entonces, mi petición hacia mis padres desde que el verano comenzó ha sido el que me inscriban a una escuela en donde hubieran adolescentes como yo, no solo maestros estoicos y viejos.

Madre se mostró notablemente reacia a la idea, señalando que no deseaba que gentuza influenciara en mi persona. Padre pareció hacer algún tipo de "click" con aquello, puesto que dijo que, tal vez, esto me ayudaría a formar un mejor carácter.

No entiendo qué había mal en mi carácter, la verdad.

Luego de aquello, me señalaron retirarme de la sala puesto que ellos planeaban hablar al respecto.

Aún recuerdo que, a los minutos de irme, los escuché desde mi habitación. No pude evitar el sentimiento de culpabilidad. Los había hecho discutir.

Esto pasó hace ya casi dos meses, hoy era el día decisivo en el que me informarían de su decisión.

No saben la fuerza con la que cruzo mis dedos.

-Adelante- Anunció mi padre desde el otro lado de la puerta.

Cuando estuve dentro de su estudio y la puerta cerrada tras de mi, noté la ausencia de madre en el lugar. Puede ser que mi mirada confundida y un poco acongojada haya captado su atención, ya que pronto habló al respecto con la voz un poco más ronca. Señal de desagrado.

-Ella decidió no estar aquí- Noté aquel gesto tenso que solía hacer con su labio inferior cuando algo le molestaba -Digamos que mi decisión no fue razón de su felicidad.

Al verme aún ahí de pie, dejó la pluma en su lugar y señaló con característica elegancia la silla al otro lado del escritorio, la más cercana a mi.

Me apresuré a sentarme.

Quedamos un momento en silencio, yo mirándole fijamente y él frunciendo el ceño al estar concentrado en unos papeles con contenido desconocido para mi, pero seguramente tienen que ver con su trabajo.

En algún momento levantó la vista hacia mi, sobre sus lentes. Pronto suspiró y dejó aquel papeleo a un lado y se quitó los anteojos.

-Hart,- Comenzó a decir, apoyando su espalda en el respaldo de su cómoda silla y los dedos entrelazados, dejando los codos en los reposabrazos -¿por qué me pediste esto?

Me hubiera gustado señalar que se lo había solicitado tanto a él como a madre, pero sabía que no la consideraba tanto en algunas decisiones.

Tomé mi tiempo para responder, recordando esas charlas conmigo mismo en el espejo y con el cuadro de mi tatarabuelo en el último pasillo del tercer piso, ese junto al baño de visitas.

El Señorito inocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora