UNO

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Nuevamente, la angel cayó del cielo, impactando directamente en un terreno baldío.

— ayu... ayuda... — se desmayó.

Pasaron los días, una mujer auxilió a la mestiza, dándole un techo donde descansar.

— sh... creo que está despertando. — fue lo primero que Díaz escuchó, intentó abrir los ojos, pero la luz de la habitación hacía que fuera más difícil. Cuando finalmente los abrió, se encontró con una mujer y su hija, pero no cualquier madre e hija, ella conocía a sus variantes. — hola... ¿cómo estás? ¿sabes quién eres? — su cabeza comenzó a doler, la señora se dio cuenta de eso al ver que hacía gestos. — cariño, háblale al doctor. — la hija salió de la habitación, la joven angel se sentó y en menos de dos minutos la hija volvió con el doctor.

— hola... ¿cómo te sientes?

— me duele la cabeza.

— le diré a la enfermera que te dé algo para eso. — le avisó mientras la revisaba. — parece estar bien... — mencionó viendo a la señora y volvió a mirar a la joven. — ¿cómo te llamas?

— me llamo Bella... — respondió e hizo cómo si se esforzara en recordar su apellido.

—descuida, con eso está bien, Bella, ¿recuerdas lo que te pasó? — negó mintiendo, se sintió mal al hacerlo, pero sabía que no puede decir la verdad.

— disculpen, ¿dónde estoy?

— en el Hospital First Presbiterian. — respondió el doctor, pero la joven siguió con la mismo semblante confundido.

— estás en Los Ángeles, linda. — respondió la señora.

— ¿Los Ángeles, California? — asintieron. — oh Dios... — trató de levantarse, pero tanto la señora como el doctor lograron evitarlo.

— tranquila, todo estará bien. — la tomó de la mano, tratando de tranquilizarla.

— toda suya, sargento. — le dijo el doctor y procedió a salir de la habitación.

— ¿Sargento? — asintió. — ¿usted me halló?

— no, fue mi esposo quien lo hizo, te encontró en un terreno baldío, cerca del desierto.

— ¿qué? ¿casi en el...? — respiró hondo. — ya no importa...

— claro que sí importa, linda, podemos ayudarte. — se soltó a llorar y la sargento la abrazó, en eso entró el esposo de la mujer.

— May... — escuchó la voz de esa persona tan preciada para la ángel, sólo escuchó los pasos de la chica salir y del esposo acercarse. — ¿cómo está?

— afortunadamente no tiene nada, pero no está bien. — la sargento saco unos pañuelos y se los dio a Bella para secarse las lágrimas y limpiar su nariz.

— gracias, sargento.

— llámame, Athena.

— gracias, Athena... — miró al hombre.

— él es mi esposo, Bobby. — miró su uniforme, venía del trabajo.

— ¿usted es el que me halló? — asintió. — muchas gracias, en serio muchas gracias...

— es mi trabajo, no es nada. — respondió con una sonrisa.

— supongo que haciendo su trabajo me halló, ¿no? — asintió.

— Bobby y yo estuvimos pensando estos días y... en lo que recuerdas, podrías quedarte en nuestra casa.

— ¿está segura? — le preguntó insegura, lo cual la sargento interpretó de otro modo.

— claro que sí. — sólo le quedó aceptarlo.

[...]

Después de varias horas, Díaz fue dada de alta del hospital y la pareja la llevó a su casa.

La recordaba como hace muchos años, antes de aquel nefasto incendio que quemó por completo la hermosa casa.

— ¿y... sólo recuerdas tu nombre? — preguntó la chica.

— recuerdo un lugar. — confesó.

— ¿cuál? — preguntó Athena.

— el Lux.

— ¿El Lux? ¿el club nocturno? — asintió. — ¿recuerdas algo más? — negó. — May, llévala a la habitación de Harry.

— claro, ven. — siguió a la chica hasta la habitación de su hermano. — mamá y Bobby la arreglaron para ti, mi hermano vive con mi papá así que no te preocupes por desordenar el lugar.

— gracias, May. — sólo asintió y se fue, Díaz se sentó en la cama y miró las fotos en la pared, recordando al pequeño Harry y a su familia, que tanto adora.

De la bolsa que le dieron en el hospital, sacó su collar, su anillo y las pocas fotos con las que cargaba desde su universo.

Ella sabía que viajaba por los universos y no por el tiempo como su hermana, desde que conoció a las variantes de su madre, de su mamá, de sus tías, de su esposo... allí entendió que no era a través del tiempo.

— volveré, lo prometo. — dijo besando su anillo, sin darse cuenta que la chica la escuchó antes de alejarse.

— ¿Bella? — volteó, viendo al bombero en el umbral de la puerta con ropa en sus manos. — Athena me dijo que te diera esto, el baño está a la derecha por si quieres darte un baño.

— muchas gracias, Bobby. — respondió recibiendo la ropa. — en serio... estaré eternamente agradecida con usted y su esposa. — comentó.

— no es nada. — salió, sintiendose bien consigo mismo y se dirigió a la cocina. — me dijo que estará eternamente agradecida con nosotros. — le contó a su esposa, conmoviéndola.

— no me quiero imaginar por lo que ha pasado, pero seguramente no es algo bueno... estará bien.

— sí, parece una buena persona. — lo abrazó.

Por mientras, la angel decidió meterse a bañar, al terminar salió para cambiarse en su nueva habitación.

— ¿por qué ellos de entre todas las familias de Los Ángeles? — le preguntó a su abuelo. — bueno, al menos debo agradecer que no fue con Eddie y Chris. — susurró mientras se vestía. — espera... — antes de ponerse la blusa, sacó sus alas y se miró en el espejo. Notó un gran cambio, una de sus alas estaba negra, como si de un ala de obsidiana se tratara.— esto es malo... muy malo. — las guardó y se puso la blusa. — Dios, no... — se quejó nuevamente. — tengo que hacer algo, pero... ¿qué? — se acostó, pensó en usar su truco con May, pero rápidamente lo descartó.

De alguna manera tenía que ir al Lux o a la comisaría donde su mamá trabaja y bajo la protección de la sargento y el bombero no sería algo fácil.

PERDIDA EN EL MULTIVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora