Pasó una semana desde aquel día en el que llegó a la casa Grant-Nash, tenía pensado en salir a buscar el Lux, pero era difícil con la pareja protegiéndola.
— muchas gracias, May. — le dijo Bella recibiéndole su nuevo celular, el cual era el anterior de la chica.
— no es nada, es todo tuyo.
— oh no, no puedo, es tuyo, sólo será hasta que...
— ¿hasta que vuelvas? — Bella se tensó. — recuerdas todo, ¿verdad? — asintió. — sólo dime que no buscas hacerle daño a mi mamá y a Bobby o aprovecharte de ellos.
— jamás podría, ellos han sido muy buenos conmigo y nunca podría hacer algo en contra de Athena y Bobby.
— eso espero o le diré a mamá que lo recuerdas todo para que te empiece a investigar.
— no quiero ser más una molestia para tus padres, así que... iré a ver a mi papá, no te preocupes, volveré para despedirme de ellos y volver a agradecerles por todo. — el semblante de Grant se relajó, de alguna manera las palabras de Díaz hacían que pudiera confiar en ella.
— está bien, les avisaré, suerte con tu papá.
— gracias. — la abrazó y salió de la casa.
— hey, ¿no quieres que te lleve...? — preguntó May saliendo, pero no vio a nadie, pero un extraño instinto hizo que volteara hacia arriba, encontrándose con la angel volando. — oh Dios... No... eso es... — negó rotundamente y volvió a entrar a la casa.
Por otro lado u otra altura mejor dicho, Díaz siguió volando hacia el Lux. En cuanto llegó, los recuerdos comenzaron a invadir su mente y las lágrimas brotaron de sus ojos junto a una sonrisa nostálgica plasmada en sus labios. Se acercó de nuevo al balcón y contempló la ciudad.
— ¿quién eres? — volteó, encontrándose con el Diablo.
— papá... — corrió a abrazarlo, pero Morningstar la detuvo antes de que lo hiciera y soltó una risa nerviosa.
— no, yo no puedo tener hijos, soy un ángel, soy el Diablo, no puedo, debes estar equivocada.
— ah... sí, sí puedes y tienes una hija o la tendrás, no lo sé... — suspiró, tratando de evitar llorar de nuevo. — sé que esto suena increíble, pero es cierto, soy tu hija.
— no lo eres, eres una mortal.
— ¿lo soy? — le enseñó sus ojos rojos y sacó las alas, dejando atónito al Diablo.
— eres...
— me llamo Bella Morningstar, soy tu hija. — volvió a afirmar. — bueno... no aquí, en otro universo. — confesó.
— ¿qué? ¿Existo en otro universo? — asintió. — ¿en cuántos?
— hasta ahora, sólo en dos, no he conocido otros universos en los que los angeles y los demonios también existan, tampoco tengo la fortuna de estar en el universo a dónde mandaste a tu mamá.
— ¿cómo...? — ella sólo sonrió. — oh demonios... ¿conoces a Constantine? — asintió.
— un poco, no duré tanto en su universo y no pudo ayudarme a regresarme al mío, me cae bien.
— ¿cómo te puede caer bien un cazador de demonios cuando tú eres mitad demonio? — lo miró confundida. — debes ser hija mía y de Maze, ¿no? — negó casi riendo y se dirigió a la barra para tomar un poco de alcohol. — no le encuentro otra explicación a que tengas las alas negras y los ojos rojos.
— el ala negra no la puedo explicar, pero los ojos rojos sí, los saqué del mismísimo Diablo, también tengo mi cara diabólica, pero sólo sale cuando estoy en verdad fúrica. — se sirvió whiskey y le sirvió también a Morningstar. — mi madre era una simple mortal, una prostituta que en algún momento será un caso tuyo y de la detective. — contó.
— ¿quién?
— Michaela Wilson. — negó. — ¿no? Bueno... Puede que pase, puede que no. — agregó.
— aún no puedo creer que...
— ¿...tienes una hija en otro universo? Te burlas del tío Amenadiel y llego yo siendo tu karma. — se burló.
— ¿también Charlie...? — asintió de nuevo. — ¿Qué edad tiene?
— 22 años.
— ¿y tú?
— 29 años, bueno... algunas veces he ido al Infierno, así que tal vez unos miles o millones como tú.
— sí eres mi hija, nadie que no fuera celestial sabría eso, bueno... ni siquiera mis hermanos lo saben, sólo Amenadiel.
— vaya, aquí fue más fácil que lo aceptaras.
— ya me diste suficientes razones para creerlo, más no para aceptarlo.
— vamos, Lucifer, no puedes decir mentiras... — él sonrió alzando una ceja. — touché, no puedes mentir... — suspiró. — bueno, algo es algo... — se volvió a servir alcohol. — ¿irás a la comisaría? — preguntó.
— sí... pero tú no irás, primero hablaré con Amenadiel sobre esto, necesito explicaciones...
— las tendrás.
— y también...
— no te voy a contar sobre tu futuro, eso ni lo pienses. — sonrió vacilando mientras él la miraba molesto. Sabría que le preguntaría eso.
— supongo que ya conoces el lugar, ponte cómoda... — apenas se estaba dirigiendo a la habitación del celestial. — pero no tanto, no toques mis cosas ni te subas a mi cama, puedes agarrar todo el alcohol que quieras, pero no toques el mezcal ni el tequila.
— le quitas lo divertido. — se volvió a servir whiskey y después se sentó en el sofá. — ¿al menos puedo ver la televisión? — preguntó mientras Lucifer entraba al ascensor.
— sí, pero no puedes contratar canales.
— eres millonario.
— no me importa, no puedes tocar mi dinero. — le aclaró y las puertas se cerraron. — ¿en serio, padre? ¿Por qué me castigas así? — preguntó mirando al techo. — tranquilo, no es tu hija, es la hija del otro Lucifer... dudo que todo sea exactamente igual... ¿lo será? — comenzó a cuestionarse. — no puedo creer que en otro universo tengo una hija... — susurró saliendo del elevador y sacando las llaves de su auto. — mierda... — sacó su celular y llamó a su hermano.
— ¿Luci? ¿Y ese milagro que me llamas? — preguntó el ángel mayor.
— ningún milagro, hermano, apenas iré a la comisaría, pero ocurrió algo, así que por favor ve al penthouse en la noche, hay que hablar de algo importante.
— ¿qué pasó? — el Diablo colgó la llamada y el ángel sólo rodó los ojos, ya debía de haberse acostumbrado a que su hermano menor hiciera eso.
En el penthouse, cierta joven decidió bajar al club nocturno, puede que arriba tenga todo el alcohol que quiera, pero la diversión sólo la encuentra en el Lux.

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PERDIDA EN EL MULTIVERSO
FanfictionBella Díaz es la hija del Diablo, quien después de muchos años de la ida al Infierno de su padre, ella desaparece también. Por muchos años creyó que ella también iría al Infierno, pero esto sólo era una triste mentira de su hermana menor, quien no q...