DIECINUEVE

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Las radios de los bomberos comenzaron a sonar, donde alguien del 911 les otorgaría la información.

— LAFD, hay un incendio en la primaria Montessori de la calle Venecia.

— Central, la unidad 118 va en camino. — avisó el capitán Nash, no tardaron tanto cuando llegaron al incendio.

— aún hay un salón atrapado con 30 niños y una maestra. — les avisaron.

— vamos. — se pusieron sus máscaras, tomaron un maletín con los equipos necesarios y entraron mientras el resto de bomberos ayudaban a apagar el fuego.

— ¡ayuda! — gritaron desde un baño.

— iré por él. — avisó el rubio.

— voy contigo. — le dijo Morningstar y lo acompañó, corrieron siguiendo el pedido de auxilio. — es por acá. — llegaron al baño, al entrar se encontraron con un pequeño niño de primer grado a punto de quedar inconsciente, el bombero Buckley lo tomó en sus brazos, se quitó su máscara y se la puso al niño.

— Buck...

— él la necesita... — se quitó la suya y se la puso a su compañero. — Bella...

— yo no la necesito, tú sí, anda vámonos. — salieron del lugar, pero el techo del corredor comenzó a colapsar. — ¡cuidado! — sin pensarlo abrió sus alas y cubrió al bombero y al niño antes de que cayera el pedazo de madera quemándose.

Cayendo en sus alas y espalda, soportando todo el peso evitó una tragedia más, aunque le quemara.

— ¿qué demonios...? — movió con cuidado una de sus alas para darle paso a su colega.

— vete, vete, no podré aguantar tanto esto... y ni una palabra de esto a nadie. — salió corriendo, sin darse cuenta que se lastimó con una de las plumas de cristal, abriendo una herida profunda en su brazo y que por la adrenalina del momento no sintió.

Las brasas habían logrado traspasar su uniforme pero sin dejar herida alguna, sólo un momentáneo dolor. Finalmente las quitó de su espalda y siguió corriendo devuelta a donde se encontraba el resto del equipo.

— no podemos abrir la puerta. — avisó Díaz a la recién llegada. — quitaron el picaporte de este lado.

— ¿ya intentaron pateándola? — preguntó y todos asintieron. — okay... — trató de pensar rápido. — ¡aléjense de la puerta! — gritó para que los niños y la docente escucharan, al ver que se alejaron, golpeó con todas sus fuerzas la ventana hasta romperla, metió la mano y la trató de abrir por el otro lado, pero tampoco había picaporte. — mierda... — se alejó, tomó impulso y la pateó, tumbándola y dejando sin palabras a sus compañeros, pues también lo habían intentado sin éxito alguno. — LAFD, vengan. — les indicó, los niños junto a la maestra fueron escoltados hasta el exterior, momentos antes de que el edificio colapsara.

— ¿cómo...? — comenzó a preguntarle Díaz. — ni Chimney, ni Bobby ni yo pudimos.

— genética. — se limitó a decir. — iré a ver dónde se metió Buck, te veo luego. — la bombera se retiró, buscando a su amigo, encontrándolo en una ambulancia. — ¿qué te pasó? — le mostró el brazo vendado. — ¿qué te pasó? — repitió.

— creo que me lo hice con tu ala, que por cierto... ¿cómo es que tienes alas? — volteó a mirar a todos lados, asegurándose de que nadie escuchara, se metió a la ambulancia y la cerró. — no creí que mi frase para coquetear fuera real... o tal vez el humo me afectó tanto que aluciné.

— no, no alucinaste. — sacó sus alas con mucho cuidado nuevamente.

— ¿qué eres?

— soy mitad ángel, una mestiza... la hija del Diablo.

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⏰ Última actualización: Sep 23 ⏰

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