"Manzanita del diablo."

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Azrael había salido para buscar a Samael pero no lo encontraba, una abundante lluvia hubo por alguna extraña razón, pasaron horas y sin éxito en su búsqueda,  volvió a casa y trató de dormir.

Obviamente no lo logró pero justo en ese momento de despertar se escuchó la puerta de abajo, se emocionó al oír pasos que parecían familiar, Azrael se incorporó y se quedó un momento quieto, al notar que era él miro su estado con sus orejas gachas totalmente empapado y sintió alivio y preocupación a la vez.

— Sam...

El demonio se acercó corriendo a su novio y lo abrazó fuertemente mientras lloraba.

Siente el abrazo y se sorprende un poco, pero de inmediato coloca sus brazos alrededor y le abraza, se queda unos momentos sintiendo cómo apoya su cabeza en su hombro y cómo continúa llorando.

Respira un poco hondo sintiendo como se aferra a él y acaricia un poco su cabello todavía mojado, aún con los ojos algo sorprendido y sin soltar el abrazo le habla.

— Sam, ¿Estás bien...?

— Soy...soy un inútil sin ti Azrael...
Dijo en un tono muy decepcionado.

Al escuchar sus palabras siente algo en su estómago, le abraza un poco más fuerte, aún sosteniéndose los uno al otro, Azrael coloca una mano en su mejilla y gira la cabeza un poco hacía él hasta que lo ve.

— No digas eso...

— Es la verdad...no puedo pelear ya que tú me defiendes siempre...olvidé como pelear...

Le dirige una pequeña sonrisa, le acaricia la mejilla un poco, y coloca su otra mano en su brazo viendo como tiembla por el frío que debe tener por la lluvia.

— No te creas esas estupideces, sigues siendo tan fuerte como antes, solo te he vencido en un entrenamiento.

— ¡P-por eso!...eso ya...ya es mucho...

Rueda los ojos y le suelta el abrazo, solo para agarrar su brazo.

— Vamos, te vas a resfriar, te vas a duchar y te vas a cambiar.

— ¿No te importa lo qué te digo?...

— Claro que me importa, si dices que eres un inútil sin mí, no significa que sea verdad.

Agarra su brazo y le obliga a caminar hasta llegar al baño.

Este solo lo siguió mientras lloraba.

Se detiene frente a la puerta del baño viendo cómo continúa sollozando, le dirige una pequeña mirada hasta que se gira y abre la puerta del baño.

— Entra y dúchate, te voy a traer ropa. No quiero que te resfríes.

— No me des órdenes.

Azrael suelta un pequeño resoplido.

— Te voy a ordenar si eso significa que dejes de actuar como un niño y te pongas a pensar, ahora dúchate antes de que te agarre una neumonía.

Samael bastante frustrado dió un portazo para luego meterse a la ducha.

Al ver como le cierra la puerta en la cara suelta un resoplido, se gira y se apoya en la encimera cruzándose de brazos, esperando a que salga para poder secarlo.

Los hijos de Lucifer. (CONTINUACIÓN) (RadioApple) (Azmael)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora