Capítulo Veintiséis: Huye conmigo.

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Un sueño del que no se quiere despertar.

Porque ese sueño es todo lo que ha buscado.

Es todo lo que su corazón necesita.

Porque cuando sus brazos rodean su cuerpo con tal ternura, solo una emoción puede sentirse en su corazón. 

Porque cuando sus labios se juntan lentamente para ser probados por él, solo un pensamiento puede existir dentro de su mente.

Y cuando sus manos tocan su cuerpo sin permiso, solo una sensación es capaz de embargar todo su ser.

Pero... incluso lo que más anhelamos, podría no ser para nosotros. Incluso aquello que más amamos es capaz de lastimarnos de formas inconmensurables. 

¿Incluso...?

¿Incluso... él?

- ¿Aidan? - Adam abrió los ojos lentamente. Había tratado con todas sus fuerzas mantener los párpados cerrados, haciendo oídos sordos a la preciosa melodía que, a este punto, taladraba su cabeza como un reloj de campana. - Aidan, despierta... - Susurró, sacuidendo con cuidado al castaño, que tenía un sueño tan pesado como el ancla de un barco.

- Hmm... - La única respuesta que obtuvo fueron sus suaves murmurllos. Aún entre sueños, el castaño se acomodó sobre las sábanas, pegando su espalda al pecho del fornido, algo que en realidad fué muy tierno.

- Aidan... - Musitó, rodéandolo con sus brazos con cariño. - Tu alarma lleva sonando media hora... 

- ¿Qué? - Aidan abrió los ojos de repente, muy rápido. - Ay... ay no... - Los brazos del fornido impidieron que pegara un brinco de la cama. - No puede ser... - Exclamó exaltado.

Se incorporó de golpe, asustado, con el corazón latiéndole en la garganta como si en cualquier momento fuera a salir desde su boca. Su vista se nubló por el repentino mareo que sus movimientos causaron, y aún así, intentó que sus erráticos pasos lo llevaran a un lado.

- Cuidado... - Adam se levantó en medio de la oscuridad, encendiendo una de las pequeñas lámparas que descansaban junto a la cama. La luz era cálida y tenue, por lo que no encandilaría al castaño.

- Tengo... tengo que... bañarme... - Balbuceó, tropezándose con todo lo que había en la habitación hasta que por fín se abrió paso hasta la puerta del vestidor. - Ay... - Se quejó al golpearse el codo con el dintél.

- Son las seis de la mañana... - Comentó confundido. 

- Es tarde... - Farfulló. - Muy tarde... - Un largo bostezo ocupó su garganta mientras se tallaba los ojos, intentando despertar. - Tengo que estar en la universidad a las siete... - Se quejó. - Por eso... me puse seis alarmas... - Intentó desvestirse, pero aún estaba bastante adormilado. Hubiera caido de rodillas al intentar sacarse los pantalones de encima de no ser por la rápida reacción de Adam.

- Ten cuidado... - El fornido lo levantó por dejabo de las axilas con facilidad. - Despierta, ya... - Su voz fué firme, pero no importaba cuan exigente puediera ser, con un adormilado Aidan no llegaría a ningún lado. - Aidan. - Espetó con tono amenazante.

- No... no me hables feo... - Se quejó el castaño, tallándose los ojos. Sacudió la cabeza para despertarse, parpadeando varias veces hasta que tuvo la lucidez que necesitaba.

- Perdón... no era mi intención... - Musitó el fornido arrepentido, acariciando su cabello. - Tienes el sueño pesado, ¿Eh? - Sonrió, observando los ojitos del castaño que tenían una mirada suave y distante.

- Por eso me pongo nueve alarmas... - Aidan lo miró por unos segundos. Su visión estaba más borrosa de lo normal. - Tres de ellas... una media hora antes, otras tres a la hora exacta a la que me quiero despertar... y tres más... media hora después, en caso de que no haya escuchado ninguna... - Bostezó.

ADAM [ Romance Gay +18 ] (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora