Prólogo

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Era un día lluvioso, las calles estaban casi desiertas, en ellas solo se encontraban los vagabundos, coches que pasaban y un padre con su hija.
El padre era un hombre alto que sostenía un gran paraguas negro y cogía la mano de su hija, una niña de pelo largo rubio recogido en una coleta y tenía los ojos verdes lima.

-¿A dónde vamos papá?- preguntaba la niña.

El hombre no contestó, solo le dedicó una mirada fría a la niña, esta giró la cabeza para no mirarle.
Pasaron unos minutos y el padre se detuvo en un edificio de paredes color crema donde delante había una verja de metal, llamó al timbre y salió una monja de unos 50 años.

-Disculpe señor, ¿a qué se debe su visita a este orfanato?- preguntó la monja con una voz cálida.
-Vengo a dejar a mi hija, Zaira- dijo el hombre- es un error, una bruja- añadió.

La niña al escuchar esas palabras, se puso a llorar, la monja al presenciar eso abrió la verja y atrajo la niña hacia ella.

-Personas como usted no deberían tener hijos- dijo la monja- recibiremos a su hija con gusto- añadió.

La monja dejó pasar a Zaira y a su padre, se sentaron en los asientos del recibidor y una monja más jóven que la anterior le dió al padre de Zaira un papel.

-¿Está seguro de ello? Si firma los papeles no podrá recuperar a su hija- dijo la jóven monja.
-Segurísimo- contestó el hombre.

El hombre firmó los papeles con el nombre "Louis Wallet" el mejor ocultista del mundo y la niña que estaba llorando abrazada a la monja más mayor se llamaba Zaira Wallet, una pequeña bruja que por su don de ver y comunicarse con los muertos, ha provocado que su padre dejara de quererla al punto de abandonarla en un orfanato.

Louis al terminar de firmar los papeles se fue contento de allí sin despedirse de Zaira, la niña no paraba de llorar, su padre la acababa de abandonar en un sitio extraño.

-Zaira, sé que es duro, pero yo estaré aquí para cuidarte- dijo la monja.
-Ni siquiera sé su nombre, ¿por qué se molestaría en cuidarme?- preguntó Zaira limpiandose la nariz.
-Me llamo Eugenia, en este orfanato todos los niños que hay aquí son mis nietos, a partir de hoy soy tu abuela- dijo Eugenia con una sonrisa- ¿Qué abuela no cuida de su nieto?- añadió.

Zaira sorbió los mocos que había en su nariz y le sonrió a la monja, desde ese día, la hermana Eugenia se volvió su familia.
Su habitación la compartía con otras 5 chicas de más o menos su edad.

-Hola, soy Zaira- se presentó.
-Yo soy Adara- se presentó una chica baja de pelo rizado moreno de unos 6 años de edad.
-Yo Carla- se presentó una chica baja de 5 años de pelo castaño lacio
-Yo Miriam- dijo una chica alta pelirroja con pecas en su cara, tenía unos 10 años.
-Yo Selena y esta es mi hermana Akame, es muda- dijo una chica de pelo rubio señalando a otra chica sentada a su lado de pelo negro lacio con rasgos orientales.
-En esta habitación todas somos hermanas- dijo Miriam- nos ayudamos unas a otras- añadió.

Zaira empezó a sentirse dentro de una familia, pero conforme pasaban los años, todas sus hermanas fueron adoptadas, menos ella, debido a que era una bruja, los papeles de abandono de su padre especificó eso en "motivo de abandono".
Llegó un día en el que estaba ella sola en el orfanato y escuchó a  Eugenia hablar con la otra monja.

-Pobre Zaira, está completamente sola, ¿qué hacemos con ella?- preguntó la monja más jóven,
-Es obvio Saray, la seguiré cuidando- contestó Eugenia.
-Hermana, está muy mayor, le queda poco tiempo- comentó Saray.

A Zaira se le fue el color, a su querida abuela, Eugenia, se moría, sabía que no eran familia de sangre, pero ha sido la única persona que ha estado allí para ella, sus hermanas Adara, Carla, Miriam, Selena y Akame se han ido llendo poco a poco, habían razones justificables de por medio, ahora ella estaba sola, y la única persona ahora mismo que estaba con ella y la quería ha sido Eugenia.

Meses después, tuvieron que ingresar a Eugenia en un hospital, se enteró de parte de Saray que Eugenia tenía cáncer terminal y le quedaban semanas de vida y todos los días Zaira iba a visitarla con la compañía de Saray, siempre le traía flores para que se animara, en su últimos momentos de vida, Eugenia le pidió a Saray que saliera de la habitación y eso hizo.

-Zaira... voy a darte un consejo... escúchame bien- pidió con pesadez.

Zaira asintió y le agarró la mano a su abuela, estaba llorando y Eugenia le limpió las lágrimas.

-Zaira... algún día aparecerá un hombre único que te robará el corazón... cuando ese hombre aparezca... no lo sueltes nunca- dijo antes de ascender al más allá.

Zaira salió de la habitación, Saray la consoló, sabía que Eugenia era una parte muy importante de su vida y que se haya ido iba a ser muy duro para Zaira superarlo.

◇.◇.◇

-4 Años Después:

Zaira ya era una adolescente de 14 años, se encontraba en el cementerio de su pueblo, Nitjar, un pueblo situado al lado de Esdaney, estaba limpiando la tumba de su abuela Eugenia, cuando se iba a marchar al orfanato una señora la detuvo.

-¿Usted es Zaira Wallet?- preguntó la mujer.
-Si, ¿por qué le interesa?- comentó Zaira confusa.
-Entonces este mensaje es para usted- dijo la señora dándole un sobre y se fue volando con su escoba.

Al llegar al orfanato, Zaira abrió el sobre y no se creía lo que veía, era un mensaje donde decía que había sido aceptada en la Escuela de Magia Ârmanzor, su solicitud había sido aceptada, estaba muy feliz.

-Saray, he sido aceptada en Ârmanzor- dijo emocionada.
-Que bien, tu abuela estaría muy orgullosa de tí- felicitó Saray contenta.

Zaira abrazó a la monja, tendría que despedirse de ella, desde la muerte de Eugenia, Saray ha sido su pilar, la consideraba una madre, iba a ser muy duro separarse de ella.

-Disfruta de la vida, es lo que habría querido Eugenia, ve a esa escuela- aconsejó Saray.

Zaira asintió, iba a preparar su equipaje, el curso empezaba en 3 días.

El secreto de la Escuela de magia Ârmanzor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora