La carta

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ESCUCHAR CON LA MÚSICA.













Tom Kaulitz

Habían pasado dos meses desde que Sam se fue, y aunque intentaba seguir adelante, no podía sacudirme la sensación de vacío que me había dejado. No podía avanzar, no podía mejorar, porque todo me recordaba a ella. Los lugares que solíamos visitar, las canciones que solíamos escuchar, incluso el olor de la lluvia me recordaba a sus besos. Me sentía atrapado en un ciclo de dolor y nostalgia, incapaz de encontrar una salida.

- Tom - Georg me llamó, sacándome de mis pensamientos. Lo miré con una mirada cansada, mi voz apenas un susurro

- ¿Qué pasa? - pregunté, sintiendo la debilidad en mi tono

Georg se colocó a mi lado, su expresión llena de preocupación - Debes comer, Tom. No has comido nada en días - me dijo, intentando animarme - Sam no hubiera querido verte así, tan débil y sin vida.

Traté de sonreír, pero el nudo en mi garganta se formó de inmediato, impidiéndome hablar. Me limité a sacudir la cabeza, sintiendo las lágrimas acumulándose en mis ojos - Ella ya no está... - logré decir, mi voz quebrada - Ella ya no está conmigo

- Sam dejó algo antes de que pasara lo que pasó - me dijo Georg, captando mi atención de inmediato. Lo miré con curiosidad

- ¿Qué es? - pregunté, sintiendo un destello de esperanza.

Georg se acercó al pequeño buró y abrió el último cajón, sacando un sobre - Toma, es tuyo - me dijo, entregándomelo con un gesto serio - Tú sabes cuándo ver lo que hay dentro.

Asentí, sintiendo un nudo en la garganta, y tomé el sobre - Gracias - logré decir, forzando una sonrisa.

Georg asintió y me dejó solo, cerrando la puerta detrás de él.

Miré el sobre por unos segundos, estudiando cada detalle, cada arruga, cada sombra. Era como si estuviera tratando de descifrar un mensaje secreto. Finalmente, después de un tiempo que se me hizo eterno, decidí abrirlo. Mi corazón latía con anticipación mientras desgarraba el papel y encontraba dos cartas dentro.

Una de ellas tenía una dedicatoria para "los chicos", y supuse que era para Georg y los demás amigos que Sam había dejado atrás. La otra carta, sin embargo, estaba dirigida a mí, con mi nombre escrito en la parte superior con la caligrafía característica de Sam.

Mi mano tembló ligeramente mientras abría la carta, como si estuviera a punto de descubrir un secreto que cambiaría mi vida para siempre. Respiré hondo y comencé a leer, las palabras de Sam saltando de la página y envolviéndome en un abrazo cálido y reconfortante.

Para mi trencitas

Espero que al leer esta carta estés bien y que hayas encontrado la felicidad que tanto mereces. Me duele saber que te fuiste de mi lado sin explicarme por qué, sin darme la oportunidad de hacer las cosas bien. Pero a pesar del dolor y la confusión, quiero que sepas que te amo más que ayer, pero menos que mañana.

Te amo, Tom. Te amo con todo mi corazón y mi alma. Te amo por quien eres, por tu sonrisa, por tus ojos, por tu risa. Te amo por los momentos que compartimos, por las lágrimas que secamos juntos, por los sueños que construimos juntos.

No entiendo qué hice mal, Tom. No entiendo por qué te alejaste de mí sin decirme nada. Pero quiero que sepas que, a pesar de todo, te perdono. Te perdono porque te amo y porque sé que no eres capaz de hacerme daño a propósito.

Me duele pensar que ya no estarás a mi lado, que ya no podré verte sonreír, que ya no podré sentir tus abrazos, tus besos . Pero quiero que sepas que siempre te llevaré en mi corazón, que siempre te recordaré con amor. Siempre te amaré, Tom. Siempre.

No te culpo por haberte ido, Tom. Te culpo a la vida por habernos separado. Pero espero que algún día puedas perdonarme a mí también, por no haber sido lo suficientemente fuerte para retenerme.

Adiós, Tom. Que la vida te trate bien y que siempre encuentres la felicidad que buscas. Pero recuerda que, no importa dónde estés, siempre te amaré.

Con todo mi amor,
Sam.

Por siempre tuya: Sam


Después de leer la carta, me sentí abrumado por una mezcla de emociones. La tristeza y la nostalgia seguían presentes, pero ahora se sumaban la gratitud y el amor. Me sentí agradecido por haber tenido a Sam en mi vida, por haber compartido momentos tan especiales con ella.

Me levanté del sillón y caminé hacia la ventana. Miré hacia afuera, hacia el cielo gris y lluvioso. Sentí que Sam estaba conmigo, que su espíritu seguía vivo en mi corazón.

Supe que tenía que seguir adelante, que tenía que encontrar la felicidad que Sam me deseaba. No sería fácil, pero sabía que podía hacerlo.

Volví a sentarme en el sillón y miré la carta de Sam. Sonreí al recordar los momentos que habíamos compartido. Y supe que siempre la llevaría en mi corazón.

La lluvia seguía cayendo afuera, pero dentro de mí, el sol comenzaba a brillar. Sabía que todo iba a estar bien.

SCREAM / TOM KAULITZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora