Antojos

55 6 10
                                    


A Kotetsu le gustaban las papas fritas. Corrección, amaba las papas fritas.

Desde la primera vez que mamá Kozo le sirvió unas papitas hechas en la pizzería las había amado y si no hubiera sido porque se reencontró con Muichiro, probablemente se hubiera casado con una porción de papas, calientes, crujientes y con sus cremas favoritas. Pero la historia era distinta y el amor que Kotetsu tenía por las papas fritas había sido vencido por su amor a Muichiro.

E incluso algunas veces había sido combinado. Un temblor recorrió su columna vertebral al recordar una noche en la que el mayor había aparecido frente a él, solo vistiendo un improvisado bikini hecho con tres pequeñas cajas de papas fritas del Wacdonals.

Su amor por Muichiro y su amor por las papas era incuestionable.

Lo que estaba siendo cuestionado aquí era la razón por la cual el día de ayer había encontrado empaques de papas fritas vacíos en la basura. Y no, no era la primera vez en que eso pasaba.

Kotetsu conocía muy bien a su esposo y sabía que Muichiro gustaba mucho de comer e ir a restaurantes, pero siempre solía pedir platillos de comida: pescado, carne, cerdo. Y nunca comía fuera de sus horarios para no arruinar su dieta. 

Sin embargo, allí estaba, en la mesa del comedor, a las 2 de la mañana, con mamá Kozo frente a él, comiendo una caja familiar de papas fritas con pequeños potecitos con todas las cremas a su alrededor y otras bolsas con varios paquetes más.

Su esposo se veía tan contento comiendo y chupando sus dedos, que por más bizarra que fuera la escena le hizo sonreír y hasta lanzar una pequeña carcajada.

Los dos hombres que se encontraban sentados frente a la mesa se sorprendieron y Muichiro se paró mientras se limpiaba rápidamente la cara.

-Cariño, lo siento, no queríamos despertarte.- Dijo aún con la boca llena y se apresuró a tragar. Se veía avergonzado.

-Hijo, ¿quieres un poco?- Preguntó Kozo y también se levantó mientras le ofrecía un paquete con papitas calientes. Quizás Kotetsu estaba desconcertado, pero no desaprovecharía la oportunidad, así que aceptó la comida.

-Entonces… ¿Por qué están comiendo a estás horas?- Les preguntó mientras se metía unas papas en la boca y veía como ambos se tensaban.

-Veras…- Intentó responder el embarazado.- Es que los bebés han estado teniendo muchas ganas de comer papas fritas. Y sé que a ti te gustan mucho, pero …- Se detuvo, sus mejillas estaban rojas. -Pero cuando empiezo no puedo detenerme y cuando pido un paquete al Wacdonals siempre termino comiéndomelas todas, aunque no sean tan ricas. Esta vez quería comer hasta saciarme y guardarte unas también…- Y en un susurro agregó.- Por eso llamé a tu mamá.-

Kotetsu miró con ternura a su esposo, se veía tan lindo sonrojado frente a él. Lo abrazó y besó su frente. Luego lo tomó de la mano y lo volvió a dirigir a la mesa. El menor puso una papita en la boca de Muichiro y este la tomó. -Come todas las que quieras mi Mui.- Susurró en su oído. Luego giró hacia el mayor de los tres y le dijo. -Bueno abuela Kozo, hay que darle más papitas a mis bebés.- Y este no tardó en pasarle otra caja repleta de patatas a la futura mamá. 

Kotetsu pensó que si los antojos de Muichiro iban a seguir así y si sus bebés iban a amar las papitas tanto como él, debía pedirle la receta secreta a mamá Kozo lo más pronto posible.

Una nueva promesa [Muikote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora