Ya hace un par de días desde que mi madre se fue. Es algo muy doloroso y que jamás podré olvidar; su imagen muerta es algo que quedará en mí para marcarme de por vida. Los policías dijeron que se trató de un suicidio, pero yo creo que hubo algo más, porque mi madre no podía haberlo hecho. A lo largo de su vida pasó por muchas cosas horribles, pero siempre mostraba una sonrisa a todos y te hacía sentir bien, como si nada ocurriera, como si todo estuviera en orden. Aún recuerdo sus palabras, las últimas que me dedicó en la mañana:—Eres una chica fuerte, no lo olvides, cariño.
Ahora debía serlo por ella y por mí, porque a pesar de todo, jamás le hubiese gustado verme destruida. Estaba recostada en la cama de mi cuarto en mi nuevo departamento, que mi padre me ha ayudado a pagar. Luego de lo que ocurrió, no puedo volver a casa; cada rincón me recuerda a ella y en el salón está el recuerdo de su muerte.Me levanto de la cama y me dirijo al baño para ducharme; hoy será el entierro de mi madre y debo ser fuerte por ella. Sé que en el fondo yo jamás podré ser tan fuerte como lo fue mi madre, pero al menos lo intentaré por Max y por ella.Ya estábamos en el cementerio, yo junto a mi amiga que me apoyaba y mi padre con una pala echando tierra en la tumba de mi madre. Junto a esta estaba Max; en el grabado decía "El único chico que robó mi corazón". Tal vez parezca algo tonto, pero es algo de hermanos. Cuando éramos pequeños, éramos Max y Maxi; íbamos juntos a donde quiera.
Junto al árbol en el que jugábamos en el parque, un día preguntó de repente:—Prométeme algo.
—¿Sí? —respondí con mi dulce voz de princesita de Disney.
—Que yo seré el único chico que haya robado tu corazón. Puedes enamorarte y amar a alguien, pero siempre seremos los mejores hermanos.
—Lo prometo, y yo la única chica que robó tu corazón —le extiendo el dedo meñique para cerrar la promesa y él lo entrelaza con el suyo.
—Yo seré el único chico que robó tu corazón y tú la única chica que robó el mío —dijo muy contento y me abrazó.
Ya la tierra cubría a mi madre y las personas habían comenzado a colocar sus rosas blancas en signo de respeto. Algunos decían unas palabras y eso me hacía romperme cada vez más, pero no me salían; ya me había quedado sin lágrimas que derramar. Me acerco con una rosa entre mis manos y me arrodillo para colocarla. Ahí está mi madre, ya no saldrá de ahí. Me choca la realidad de que no volveré a verla jamás y es como un balde de agua fría que cae sobre mí poco a poco, y las lágrimas no tardan en salir. En un momento de desesperación, empiezo a quitar la tierra que aún está removida de encima de mi madre.
—No, mamá, no, no...—Gruesas lágrimas caen por mis mejillas sin parar y nuevamente esa sensación de vacío recorre mi cuerpo; me he quedado sola.—Mamá, no, no me dejes sola, no —lloro desconsoladamente y el aire comienza a faltarme hasta que todo se vuelve negro y caigo desplomada al suelo.
Me despierto en la noche, acostada en mi cama, con un inmenso dolor en la cabeza. Me levanto y al parecer hice algún movimiento brusco porque me mareo y tengo que sujetarme de la pared para no caerme. ¿Pero qué me ocurre? El miedo me invade; ¿y si tengo algo mortal? Me acerco hasta la cocina para ver si está mi padre en ella; hoy se quedará conmigo. Un teléfono notifica un mensaje y sé que es el suyo porque el mío creo que lo perdí; desde lo que ocurrió, no lo veo.Me acerco para cogerlo y decirle a mi padre que tiene un mensaje, pero algo en la pantalla me llama la atención: es el mensaje o lo que se ve de este con la pantalla bloqueada.
Hijo 15: Padre, misión cumpli...
Me llama la atención la manera en que "hijo 15" lo llama "padre" y además eso de "hijo 15", ¿qué es?
—¿Qué haces, Maxi? —pregunta mi padre de repente y me toma desprevenida. Solo le respondo con lo típico de siempre y, más que con el dolor de cabeza que tengo, no puedo pensar bien.
—Lo... lo te lo iba a llevar —me agarro la cabeza con una mano mientras le extiendo el teléfono—. ¿Tienes algo para el dolor de cabeza?—Ah, sí, lo había olvidado. Cuando te desmayaste, te golpeaste la cabeza; es por eso que te duele. Iré a por unas pastillas.
Se pierde en el pasillo. Suena el timbre y me toma por sorpresa, ya que no pensaba recibir visitas; no estoy para eso.
—Abby, ve tú, es el repartidor de pizza —grita mi padre desde una de las habitaciones.Me dirijo a la puerta y la abro. Al hacer esto, me encuentro nada más y nada menos que con el chico suicida. Este rueda los ojos al verme.
—Solo necesito tu firma —informa.
—Está bien —me extiende la plantilla para que la firme y luego me extiende la pizza.
—Gracias —al fin va a agradecer que lo salvé; si no fuera por mí, no estaría repartiendo pizza.
Mi padre aparece detrás de mí y la cara del chico cambia de divertida a desprecio.
—Oh, Bruno —dice mi padre sorprendido y luego su cara refleja arrepentimiento, como si no debería haber saludado a este chico en frente de mí.
—¿Qué hace por aquí, señor Maxwell? —dice con rabia; casi podía soltar fuego con la mirada.
—Ya sabes, visitando a mi hija —puso énfasis en las dos últimas palabras.
Espera, espera, ¿estos dos se conocen, el chico suicida y mi padre? Y no solo eso, ¿se odian? Antes de que pudiera articular palabra, mi padre le cerró la puerta en la cara al repartidor suicida, que ahora sabía que se llamaba Bruno y que mantenía una relación muy poco amistosa con mi padre.

ESTÁS LEYENDO
Revés
Mystery / ThrillerQué pasa si de la nada tu vida comienza a cambiar. Todo lo que una vez tuviste se ha desvanecido ante tí. Todo de un día a otro ha comenzado a tomar un rumbo desconocido por completo. De repente estás envuelta en una encrucijada sin fin. Es como un...