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Una dulce bebé lloraba sobre los brazos de su madre, aferrándose al cuello de ésta para sentir el tranquilizador olor de su perfume. Nayeon debatía internamente sobre su decisión, el amor a su hija era el más grande sentimiento que alguna vez pudiese tener... Pero el deseo de ser más que tan solo una madre ganaba en su mente, ella quería llegar lejos, ser alguien en la vida. Y con una bebé tan pequeña era muy poco probable llegar a ser tan grande como ella lo deseaba. Nayeon quería el mundo, triunfar y ser reconocida por sus logros, quería ayudar a otras personas, y con las dos carreras que estaba estudiando podría hacerlo; pero no era suficiente... Ella necesitaba más.

Abrazó a su bebé con cariño, para luego acariciar las regordetas mejillas que tanta alegría le brindaban día a día. Fue en ese instante que lo decidió, aunque en ese momento, ella planeaba tan solo hacerlo por un corto período de tiempo. Lograría reunir el suficiente patrimonio como para que a su hija no le faltase nada en su desarrollo, poder vivir la vida que Jeongyeon y ella se merecían, en ese momento ella regresaría.

Sin soltar a Ryujin, comenzó a armar sus maletas, algo de ropa, dinero, recuerdos sobre su pequeña bebé y su esposa... Cosas necesarias para poder sobrevivir en un nuevo comienzo. Sola.

La bebé lo intuía, estaba mucho más inquieta que de costumbre, pero no había nada más que pudiese hacer por su corta edad más que llamar la atención de sus madres. Lloraba cuando Nayeon la soltaba, se aferraba con toda su pequeña fuerza a los brazos de su madre, y aun así, no logró su cometido.

En la tarde, cuando Jeongyeon regresó de la universidad, todo fue como de costumbre, no habían mayores cambios exceptuando el comportamiento de la bebé. Jeongyeon se sentía extrañada; Ryujin solía ser una niña muy tranquila, alegre, era muy fácil de leer en caso de que necesitara algo, por lo que sus necesidades estaban siempre bien satisfechas. Esta vez, no había nada que la calmara. Ella lloraba hasta que su garganta no daba más por los gritos desgarradores que salían por su boca, a todo momento buscaba a Nayeon.

Y aunque la culpa se alojó en su pecho incluso antes de marcharse, nada la detuvo.

En medio de la noche, ella salió con su maleta, y jamás regresó.

Jeongyeon la trató de contactar durante semanas, Ryujin y ella se encontraban desconsoladas; las dos habían sido abandonadas de la manera más cruel posible. Su lactancia, de alguna manera, se detuvo, ya no era capaz de alimentar a su bebé. Y al hacer una consulta con su médico, resultó ser todo el estrés que la partida de Nayeon causó.

Tres meses después, el día del noveno mes de vida de Ryujin, una carta llegó a casa. Y más que una carta, eran los papeles de divorcio.

Jeongyeon no quiso rogar, aunque su corazón se hallaba destrozado, firmó el papel y lo envió de vuelta por donde vino. Desde aquel día, se prometió a sí misma no permitir que alguien hiriera a su hija de la manera en la que Nayeon lo había hecho. La protegería de cualquier peligro inminente en su vida, incluida de sus seres queridos, y lo más importante, jamás iba a permitir que Nayeon volviera a sus vidas.

see you again ! 2yeon auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora