Prólogo

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Ven, lector, permíteme contarte los acontecimientos que ocurrieron en mis últimos meses de vida.

—¿Estaremos juntos por siempre, verdad? —preguntó él, su voz llena de esperanza y amor, mientras besaba mi mano con suavidad.

Me sentí desgarrada por dentro. Un nudo se formó en mi garganta, impidiéndome respirar. No podía prometerle un "para siempre" cuando mi tiempo se estaba agotando, cuando cada segundo que pasaba con él era un regalo precioso y fugaz.

—¿No quieres estar conmigo por siempre? —insistió él, sin saber que sus palabras eran un cuchillo que me atravesaba el corazón, que me hacían sentir la cruel injusticia del destino.

Quería gritarle que no podía prometerle nada, que mi vida se estaba desvaneciendo como la arena entre los dedos. Pero no pude. No quería perderlo, no quería dejarlo, no quería despedirme. Simplemente no deseaba irme.

—Claro que quiero —le respondí, forzando una sonrisa débil mientras intentaba contener las lágrimas que amenazaban con salir.

—¿Estás bien? —preguntó él, preocupado—. Sabes que estoy aquí para ti.

No pude evitarlo más. Comencé a llorar, y él me abrazó de inmediato, sin entender el porqué de mi dolor, pero dispuesto a ayudarme, a consolarme.

Lo abracé con desesperación, como si nunca fuera a volver a hacerlo. Sentí su calor, su amor, su presencia, y me aferré a ello como a un salvavidas en un mar de tristeza.

—Te amo —musité entre sollozos—. Me gustaría pasar toda una vida junto a ti, solamente quiero estar junto a ti por siempre....

Él me sostuvo, me acunó, me amó en ese momento, sin saber que era nuestro adiós, nuestro último abrazo, nuestra última oportunidad de estar juntos.

Meses de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora