Capítulo 5

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"Inseguridad"

La noche anterior había sido un tormento de anticipación, y el sueño se me había esquivado. La emoción de saber que Allem vendría a recogerme me había tenido en vilo desde el amanecer. Me levanté temprano, decidida a estar perfecta para nuestro encuentro. Mi corazón latía con nerviosismo mientras me arreglaba, cada detalle contaba.

—No, no debería arreglarme tanto —musité para mí misma.

Claro que sí, ¿no quieres que él piense que eres un vagabundo, o sí?

Con el celular en la mano, dudaba si romper el silencio. Su mensaje de la noche anterior aún resonaba en mi mente: "Que tengas una linda noche". Mis dedos bailaban con ansiedad sobre la pantalla, hasta que finalmente decidí tomar la iniciativa.

Buenos días, ya estoy lista. Si no estás ocupado, puedes venir por mí

Le escribí, intentando sonar tranquila a pesar de mi agitación interna. Y la respuesta no tardó.

Buenos días, dulzura. Llego en 5 minutos.

El apodo me hizo sonrojar, era como si sus palabras me envolvieran en una suave caricia.

Siete minutos después, la puerta sonó. Mi corazón saltó. Tomé mi mochila y bajé las escaleras con prisa, la emoción me impulsaba. Al abrir la puerta, mi respiración se detuvo. Allem estaba allí, vestido impecablemente, con una sonrisa que iluminaba todo su rostro.

—Te ves preciosa —susurró, su voz suave como una brisa de verano.

Su mirada me envolvió, y por un momento, el mundo a nuestro alrededor desapareció.

—Gracias —balbuceé, cerrando la puerta detrás de mí mientras Allem me abría la puerta del auto. Me subí al asiento del copiloto, y segundos después, él se unió a mí, arrancando el motor y comenzando nuestro viaje.

Sus palabras aún resonaban en mi mente, haciéndome sentir vulnerable y emocionada. Sin embargo, un recuerdo inoportuno interrumpió mi ensimismamiento: la chica del hospital. "Su corazón ya está ocupado por alguien más".
Allem se detuvo ante la luz roja del semáforo, me miraba de reojo, percibiendo mi distracción.

—¿Te encuentras bien, Vanessa? — preguntó, con su voz llena de preocupación.

Asentí con la cabeza, pero él insistió, examinando mi rostro en busca de una respuesta genuina. Evité su mirada, concentrándome en mis manos nerviosas.

—Si algo te molesta, puedes decírmelo —dijo Allem, su tono suave y alentador—. ¿O hice algo que te molestó?

Mi curiosidad interna estalló, lo miré directamente con suma curiosidad, mientras rezaba para que la luz se mantuviera en roja.

—¿Tienes... una pareja? —pregunté finalmente.

Allem me miró con sorpresa, como si nunca hubiera esperado esa pregunta. Luego, una sonrisa iluminó su rostro.

—No tengo una pareja —respondió mientras aceleraba, aprovechando el cambio de luz del semáforo—. ¿Y tú, Vanessa?

¡No tiene pareja! No, espera, porqué me emociona eso, acaso..

Mi corazón se tranquilizó con su respuesta. A pesar de nuestro corto tiempo juntos, sentía una conexión profunda con él. Era lindo, atento, considerado, y parecía valorarme.

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