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El zumbido constante del ventilador del baño era lo único que mantenía a Edgar cuerdo mientras se observaba con detenimiento en el espejo, su reflejo devolviéndole una mirada intensa.

Gritos y rasguños se hicieron presentes segundos atrás, pero se resignó a solo mirarse al espejo. El sonido constante palpaba en la habitación, no sabía que hacer.

Se miró una vez más y se dio asco a si mismo. ¿Por qué había aceptado vestirse así? Fácil, el cumplía su palabra. Y debía cumplir lo prometido a Bibi, aunque hiciera morir su estabilidad física como mental.

Sus brazos tenían marcas antiguas y rasguños recientes. Los miro detenidamente hasta que de repente, una oleada de calor le subió por el cuello y le inundó la cara. Su estómago comenzó a revolverse con una sensación de mareo que no pudo controlar. La habitación empezó a girar a su alrededor y sus ojos se llenaron de un velo borroso. Sintió un sabor amargo en la parte posterior de su garganta y su boca se llenó de saliva. Trató de tragar, pero su cuerpo parecía tener vida propia y sus músculos se tensaron en anticipación.
Abrió rápidamente la tapa del inodoro y vómito. Trato de no exagerar con el vómito, pero era inevitable. Se sentía asqueroso vestido así: con un top negro y una mini falda amarilla.

Se enjuagó la boca con agua fresca y salió del baño con sigilo. Agarró la primera chaqueta que encontró colgada en el perchero y se la puso apresuradamente. Luego, salió de su habitación y comenzó a bajar las escaleras con pasos lentos y cautelosos, esforzándose por no crujir los peldaños y evitar despertar a sus padres. Una vez abajo, agarró la llave de la casa que estaba escondida en su lugar habitual y salió por la puerta trasera, cerrándola suavemente 

El viento de la calle acariciaba suavemente el borde de su falda, mientras su cabello falso, una peluca rosada, revoloteaba con la brisa. Para evitar llamar la atención, se subió el gorro de la chaqueta, ajustándolo con cuidado para cubrir su cabello postizo.

Era de noche y no sabia porque lo primero que se le pasó por la cabeza fue salir de su casa. Quizás aire fresco le vendría bien por este momento.

Supuestamente, debía enviarle una foto a Bibi con el traje de Melodie, pero había decidido no hacerlo. La idea de que lo vieran así lo hacía sentir incómodo. Era irónico, considerando que en ese momento estaba parado en medio de la calle con la misma vestimenta, aunque su chaqueta le brindaba algo de cobertura. Aun así, la sola idea de ser visto de esa manera lo hacía sentir vulnerable.

En la esquina, divisó la mini tienda que permanecía abierta las 24 horas del día. Con paso lento y deliberado, se dirigió hacia allá, atraído por la promesa de un refugio temporal. Aunque no llevaba dinero para comprar nada, sabía que podía encontrar un momento de tranquilidad en las bancas que estaban fuera de la tienda, un lugar donde poder sentarse y escapar de sus problemas, aunque solo fuera por un instante.

Finalmente se sentó, apoyó sus manos en la dura tabla de la banca y se dejó caer en el respaldo.

El viento era suave, pero muy frío. Edgar se estaba congelando. Ignoró el hecho de que se estaba por morir de hipotermia y se abrigo a si mismo con un abrazo.

Abrazo... Inevitablemente le recordaba a Fang.

Hace 5 días.

—¿Eh?

—No te hagas, se muy bien que escuchaste. No sé porque la gente tiene esa manía de hacer un gesto confuso si te escuchó... —Dijo esto último en un susurro para si mismo.

—Estoy seguro que haces lo mismo cuando quieres que te repitan algo. —Hizo una mueca.

—¿Ah? —Dijo sarcásticamente.

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⏰ Última actualización: Nov 10, 2024 ⏰

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𝑇𝑂𝑈𝐶𝐻  ᶠᵃⁿᵍ ˣ ᵉᵈᵍᵃʳ⚥︎  °pausada°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora