I. Pánico

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El cielo estaba despejado.

Por fin, había acabado todo. Izuku cayó al suelo agresivamente, después del último golpe.

Sentía que no podía moverse.

Pero lo hizo, tenía que asegurarse de algo antes de caer en un profundo sueño.

—Kacchan... ¿estás bien?

Debido a la distancia, seguramente no pudo escuchar lo que le dijo.

Giró su cuerpo para ver a Katsuki.

Su estado era terrible. Tenía heridas por todo el cuerpo, un brazo prácticamente destruido y mucha sangre alrededor de su boca.

Aún así, lo escuchó y pudo responder.

—Izuku... —susurró débilmente.

Izuku logró escuchar lo que dijo.

Al mismo tiempo que un mal presentimiento recorrió su cuerpo.

—¡Kacchan...!

No recibió ninguna respuesta.

—¡Kacchan! —sus piernas no respondían, así que usó sus brazos para arrastrarse hacia Katsuki.— ¡¡Kacchan!!

Se levantó del suelo.

Sus piernas apenas podían mantenerlo en pie. Se caía y se volvía a levantar repetidamente.

Dando pasos largos, rápidos pero inestables, y usando sus brazos para frenar sus caídas, logró estabilizarse.

Su cuerpo estaba temblando, apretó los dientes.

Finalmente, pudo llegar hasta Katsuki.

Se arrodilló a su lado e inmediatamente colocó el cuerpo de Katsuki entre sus brazos.

Katsuki había dejado de respirar.

Izuku olvidó como respirar.

Los latidos de su corazón se detuvieron por un segundo.

Luego retumbaron muy rápido.

—¡¡¡Kacchan!!! ¡¡¡Kacchan!!! —movió su cuerpo, pero no obtuvo ninguna respuesta.

Sintió su pulso, iba a un ritmo lento, como una llama a punto de extinguirse.

Debía actuar rápido.

Vió a su alrededor en busca de ayuda, pero no encontró nada.

Desesperado, levantó su cuerpo con ambos brazos y corrió con toda la fuerza que le quedaba, debía encontrar un médico.

Con una mano, sostuvo su cabeza contra su pecho. Los fuertes latidos de su corazón le impedían sentir los de Katsuki.

Vió a Shoto a la distancia y le gritó por ayuda. Llevándolos a los paramédicos, quienes al ver a Katsuki, lo rodearon rápidamente.

Izuku soltó su agarre y dejó que se llevarán a Katsuki.

Ya no estaba en sus brazos, todo su cuerpo tembló.

Se cruzó de brazos, apretando sus hombros con las manos con nerviosismo y desesperación, sus dedos estaban hundiéndose entre su piel.

Como si intentar sostenerse a sí mismo fuera lo único que podía hacer para no derrumbarse, pero de igual forma cayó de rodillas.

Sintiendo como si el mundo a su alrededor estuviera desmoronándose, gritó dolorosamente con la frente en el suelo.

Sus ojos se oscurecieron y perdió el conocimiento.

...

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