IV. Tranquilidad

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Era temprano por la mañana.

Izuku parpadeaba duramente, sus ojos estaban hinchados. No pudo conciliar el sueño.

Los destellos de luz que atravesaron por su ventana le resultaron realmente molestos.

Giró y se cubrió con su manta, quedando enredado entre las sábanas de su cama. No estaba de buen humor.

Debía alistarse para asistir a la UA, pero realmente no quería ir.

—¡Izuku! —Inko entró a su habitación emocionada. Abrió las cortinas de su ventana.

La habitación se iluminó.

Izuku la vió con el ceño fruncido.

«¿Porque está de tan buen humor?»

—¡Katsuki acaba de despertar! —comentó felizmente.

Dejando de escuchar después de ello, salió inmediatamente de su casa. Sin escuchar a su madre, cuando le dijo que se cambiará antes de salir.

Parecía que ninguno de sus sentidos reaccionaba a algo que estuviera alejado a "Ir a ver a Kacchan".

Fue directamente al camino que había memorizado tan bien que incluso podría ir con los ojos cerrados.

Con las bocinas de los autos sonando a su alrededor e ignorando los semáforos en rojo, corrió usando el OFA para ir más rápido.

Llegando a su destino en tiempo récord, se detuvo frente a la habitación de Katsuki.

Dió un respiro y sin olvidarse de tocar antes, abrió la puerta.

Y estaba allí, junto a sus padres.

Los suaves rayos del sol iluminaban su cabello, haciéndolo lucir brillante. Mientras su piel lucía muy suave y pálida a comparación al intenso color carmesí de sus ojos.

—Kacchan...

En ese momento se dió cuenta cuánto había extrañado ver sus ojos.

—¿Izu-?

Izuku avanzó rápidamente, sin poder hacer nada más que darle un abrazo. Uno que Katsuki correspondió después de algunos segundos.

Lloró entre sus brazos como un niño pequeño, dejando que Katsuki lo consolará con pequeñas palmadas en su espalda.

Se sintió muy aliviado.

Y después de mucho tiempo, su corazón volvió a estar tranquilo.

...

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