III. Tristeza

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Era casi medianoche.

Fuera del tiempo de visita.

Izuku entró por la ventana del hospital a la habitación de Katsuki.

Mañana sería su traslado a otro hospital. Sin importar que, Katsuki debía despertar, ahora.

Izuku usó todo lo que se le ocurrió para que se despertará, pero no obtuvo ningún resultado.

Agotado, intentó algo que no hizo antes.

—¡Levántate! —empezó a gritarle.— ¡¿Vas a derrotarme, no es así?!

Tenía mucha suerte de conocer los turnos de los enfermeros del hospital.

—¡Entonces hazlo! ¡Estoy aquí, frente a ti!

Y que las paredes fueran gruesas.

—¡Acaba conmigo!

Mañana continuarían sus clases en la UA.

Katsuki debía despertar para no perder ninguna clase.

Izuku realmente quería que Katsuki fuera con él a clases.

¿Qué iba a hacer allí? ¿Solo vería el asiento frente a él vacío? ¿Por cuánto tiempo?

«¿Cuánto tiempo tomará que Kacchan despierte?»

Según la información que había leído, incluso podrían pasar años.

¿Hizo mal en negarse a ese quirk de recuperación?

No.

Se trataba de Katsuki.

Bakugo Katsuki.

Ya había superado a la muerte una vez.

Sí existía alguien que podía hacerlo por segunda vez, esa persona era Katsuki, tenía la fuerza suficiente para hacerlo.

Pero Izuku...

Empezaba a sospechar que él no era lo suficientemente fuerte como para poder seguir adelante sin Katsuki.

—Levántate... —dijo con voz quebrada y lloró, al igual que todas las veces que venía a ver a Katsuki.— Por favor, por favor...

Suplicó, acercándose a su rostro.

Chocando su frente con la de Katsuki.

Susurro débilmente.

—Kacchan, despierta. —tomó su mano y la envolvió con la suya. — ¿Comó puedo ser un héroe sino estás a mi lado? Por favor... despierta...

Se alejó un poco y acarició el rostro de Katsuki, para borrar las lágrimas que le cayeron encima por su culpa.

Levantó un poco su cabeza para ver su rostro. Y de nuevo, chocó su frente con la de Katsuki, mientras sujetaba su mano y la colocaba alrededor de su mejilla.

Su respiración se sincronizó con la de Katsuki. No notó cuánto tiempo estuvo en esa misma posición.

El monitor no señaló ningún cambio.

Y la puerta se abrió repentinamente.

Una enfermera ingresó a la habitación de Katsuki para cambiar su suero.

Izuku estaba fuera del hospital.

Vió hacía la ventana por la que acababa de saltar y agachó la mirada, un suspiro se escapó de sus labios.

Hacía mucho frío.

Era hora de volver a casa.

...

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