Mi decimosegundo marido ya había fallecido y yo ya había firmado los papeles de la aceptación de la herencia, así que mi trabajo había terminado en aquel lugar.
Me puse una falda de tubo negra con una blusa del mismo color, acompañada de unos tacones en punta de charol. Y como debía seguir manteniendo mi luto, al menos hasta salir de la ciudad, me puse una pamela, unos guantes y unas gafas de Sol, todo negro.
Mi maleta ya llevaba hecha varios días, así que la saqué del armario, baje las escaleras y camine hasta la puerta principal. Me despedí, por cortesía, del servicio y me apresuré a salir de aquella casa en la que ya no quería permanecer ni un minuto más.
El taxi, que había pedido con anterioridad, esperaba en la puerta. Eché un ultimo vistazo a la casa y me apresuré a subir ordenandole al conductor que me llevarme a la mayor brevedad al aeropuerto. Quería alejarme de allí y llegar a casa.
Durante el trayecto miré por la ventana sin verdaderamente observar nada y me tranquilice al darme cuenta de que ya había terminado todo... por ahora. Deje vagar mi mente por los confines de mi memoria mientras acunaba los recuerdos de lo que antes había imaginado que viviría en esos momentos. Y, cuando estaba al filo de un colapso emocional, tomé una decisión.
Llevaba 7 años cautivando a los mas grandes ricos. Embaucandolos con las peores artimañas y casándome con ellos para heredar su fortuna. Estaba harta de cambiar de identidad, de fingir ser quien no era y de aguantar a todos esos viejos babosos. Asesinarlos no me creaba cargo de conciencia pero si me resultaba engorroso. Y, si algo me había dado ese estilo de vida, era elegancia, seguridad, compostura, una alta condición social y sobre todo dinero. Mucho dinero. Dinero sucio que solo me llenaba de mas ambición. Ademas, tenía suficiente como par vivir muy acomodadamente el resto de mi vida.
Estaba cansada de esa vida que yo misma había decidido vivir. Y eso me llevó a decidir, en un simple trayecto en taxi, que el señor Nelson sería mi ultima victima.
Lo que no sabía, por aquel entonces, era que mis planes cambiarían justo cuando mi avión aterrizara...
ESTÁS LEYENDO
Srta. Alarcón (Detenida)
Romance"Demasiado incomprensible para ser explicado" Esa era la frases favorita de la señorita Alarcón. Una dama elegante, sofisticada, culta y educada; pero sobre todo sexy, despampanante. Alguien que pareciera una diosa del olimpo, un manjar para la vist...