Desperté temprano y le pedí a la señora Castro que preparara el desayuno para Pablo y para mi.
La señora MªSol Castro formaba parte de la plantilla del servicio de mi casa pero le había pedido que viniera a casa de Pablo el tiempo que yo estuviera allí para que se encargara de todo.
Me dí una ducha rápida y me arreglé para salir en busca de un ramo de flores que colocar en el jarrón vacio de la entrada. Era una tarea insignificante he impropia de una señorita como yo, ya que eso lo debería hacer MªSol, pero ese día me apetecía sentirme mas humilde. Tal vez por lo que me disponía a hacer esa noche en la fiesta de Valeria.
-Señora me dispongo a salir en unos minutos al mercado, puedo encargarme yo de las flores-me dijo con expresión muy sorprendida la señora Castro.
No le respondí por que me resultaba innecesario y vulgar el tener que darle explicaciones al servicio. Le tenía mucho aprecio a MªSol por que llevaba mucho tiempo trabajando para mi, pero yo seguía siendo la señora de la casa y ella una empleada y por ello había lineas que no debía traspasar.
Caminé hacia la floristería más cercana y seleccione las flores con mucho tiento, aunque sabia que nadie comprendería por que ese tipo de flor.
Siempre había pensado que solo alguien con el intelecto de sherlock holmes podría adivinar por que me rodeaba de orquídeas moradas .
Cuando volví, coloqué las flores en el jarrón con agua y fui al comedor. Donde, como yo esperaba, Pablo estaba sentado con el desayuno dispuesto en la mesa.
-Buenos días Celeste, hoy has madrugado.-me dijo mientras masticaba un bocado de tostada.
-Buenos días, veo que tu no has madrugado y ademas has perdido los modales.-le respondí devolviéndole la sonrisa.
Me senté a desayunar con el e intente mantener la compostura y no derramar el café por toda la mesa cada vez que me hacia reír. Con Pablo era imposible no carcajear hasta que doliera la mandíbula.
***
Hacia las nueve de la noche, baje las escaleras en dirección a la puerta principal para dirigirme al coche que me esperaba en la puerta y que me llevaría a la fiesta. Antes de salir me dirigí al despacho de Pablo para despedirme. Recorrí y el pasillo, me paré en la puerta y dí tres leves golpes con los nudillos.
-Pasa Celeste-respondió él.
Abrí la puerta y me quedé momentáneamente paralizada por la mirada de asombro que sus ojos desprendían. Di unos cuantos pasos y me detuve frente a la mesa en la que el estaba trabajando.
-Estoy atónito, estas deslumbrante-pronunciaba las palabras con admiración y su mirada seguía embebiendose de mi.
Levaba un vestido de corte sirena y escote barco de un verde esmeralda. Era un vestido sencillo pero sexy y elegante. Lo complementaban unos tacones y un chal de una tonalidad algo mas oscura. Llevaba la melena negra, que tanto contrastaba con mi pálida piel, suelta y ondulada cayéndome sobre los hombros y la espalda a la altura del pecho.
-Gracias- dije alargando la ultima vocal.
Se levantó de su asiento y se acercó hasta posicionarse frente a mi. me cogió la mano izquierda y me hizo dar una vuelta sobre mi misma.
-Absolutamente fabulosa. Ese color complementa con tus ojos a la perfección.
-Deja de adularme que he de marcharme.P
oso un suave beso sobre mi mejilla y salí del despacho. Pero antes de cerrar la puerta le dediqué una sonrisa y le susuré:
-Deseame suerte.
ESTÁS LEYENDO
Srta. Alarcón (Detenida)
Romance"Demasiado incomprensible para ser explicado" Esa era la frases favorita de la señorita Alarcón. Una dama elegante, sofisticada, culta y educada; pero sobre todo sexy, despampanante. Alguien que pareciera una diosa del olimpo, un manjar para la vist...