Capitulo 4

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Llegamos al apartamento de Pablo, donde yo me quedaría una temporada.

Su casa era un gran ático de dos plantas, decorado de manera minimalista y con un toque industrial; acogedora pero solo por que él vivía hay. Era despistado y atolondrado aveces, pero por alguna razón, su casa se mantenía desordenada solo dentro de lo habitual. Supongo que habría contratado un servicio de limpieza o algo por el estilo.

Yo poseía una gran mansión a las afueras de la ciudad pero me apetecía pasar tiempo con mi amigo y aquella casa era demasiado grande para mi sola. Bueno en otra época no lo fue, pero, con mi estado de animo actual necesitaba algo de compañía. Aunque esa pequeña debilidad me enfureciera.

Mientras cenábamos, discutimos largo y tendido, el intentando convencerme de la oportunidad que suponía ese hombre del que me había habado, y yo negándome e intentando explicarle que había decidido dejar esa vida atrás.

Al final, tras varias rabietas, me convenció de dar "el ultimo golpe maestro". Y así lo haría.

Después de años leyendo novela negra podía afirmar, sin miedo a equivocarme, que era la viuda negra mas despiadada y letal. Pero claro, aquellas novelas que había leído no eran mas que ficción. Aunque nunca había visto en ningún periódico una noticia de que hubieran detenido a alguien que hiciera algo similar a lo que yo hacia. Esto me daba tranquilidad y algo mas de mi ya gran seguridad.

¿Era una asesina? Si. Si, lo era. Pero no mataba a nadie que no estuviera ya cerca de la muerte. ¿Qué si les robaba? No, nunca lo había hecho ni lo haría. Esos pobres hombres caían en mis embaucadoras redes y se enamoraban sin remedio de mi, yo solo les hacia creer que les amaba. ¿Pero acaso era malo hacerles felices? No, no era malo y yo lo sabia.

Ellos me cedían su dinero proclamándome heredera por decisión propia. Yo solo aceptaba que ellos me lo cedieran todo cuando murieran.

Lo único que hacia era acelerar el proceso. Poseía una pequeña araña de la que utilizaba su veneno para ayudar a mis esposos a morir pronto. El hombre de la tienda de animales exóticos me dijo que la viuda negra era un animal peligroso y que su veneno no dejaba rastro alguno en el organismo y yo había comprobado, en  doce ocasiones, que así era.

Bueno no solo lo comprobaría doce veces, si no que lo comprobaría trece ya que había decidido dar, como Pablo lo llamaba, "mi ultimo golpe".

Me haría pasar por una adinerada señorita interesada en hacerse socia de su empresa. Y repetiría mi ya habitual proceso. Conseguiría casarme con el y después... bla bla bla. Lo de siempre. 

Solo pedía que aquel señor no fuera tan repulsivo como alguno de los anteriores.

La curiosidad me pudo

-Pablo ¿Cómo se llama ese señor del que me has hablado?

El me miro con una expresión picara, ya que se había salido con la suya. Había conseguido, no solo convencerme, si no también que yo me interesara por aquel hombre.

-Es el señor Espinosa. No le conozco personalmente, pero tranquila, no será una presa difícil

Por el tono en el que pronunciaba las palabras sabia que tramaba algo, pero no le pregunté para no demostrar mi verdadero interés por aquel nuevo viejo cubierto de oro.

Él siguió hablando ajeno al rumbo de mis pensamientos.

-Se que te gustaría esperar un poco más, pero mañana por la noche Valeria Quintero organiza una fiesta y es el momento perfecto para acercarte a él. ¿Te acuerdas e ella? 

¿Tan pronto? Le había dicho que si pensando que sería en unos meses no al día siguiente. Ademas, esa ultima pregunta me molesto.

-¿Mañana? Es demasiado pronto. Claro que me acuerdo de ella, era mi mejor amiga.

De pequeña, los años que viví en Italia, ella tenia una casa al lado de la mía y eramos muy buenas amigas. Pero las cosas cambiaron, siempre cambian. Me mudé y nos distanciamos.

-Pero no creo que ella me recuerde. Eramos solo niñas cuando nos conocimos y llevo sin hablar con ella casi dos décadas.-dije con un tono pensativo.

Yo le había seguido la pista todos estos años, y sabía de ella y de su familia gracias a las revistas y los programas de televisión. Aunque yo no dedicaba mucho tiempo a ninguna de esas dos cosas.

-Sí, mañana. Es una muy buena oportunidad de acercarte a él que no puedes perder. Mejor, si se acordara de ti, tendríamos un gran problema con tu identidad. Aunque ya que la conoces te iba a sugerir que te acercaras a ella, es amiga de el señor Espinosa y nos vendrá bien tenerla de tu parte.-contesto el observando la situación de una manera muy objetiva, como siempre.

Después de eso seguimos hablando de tonterías mientras veíamos una película en el sofá hasta altas horas de la madrugada. No recuerdo en que momento fue, pero me cansé de estar sentada y me tumbé apoyando la cabeza en sus piernas. Me quedé dormida y lo siguiente que recuerdo es que me cogió en brazos, me llevó a la cama y me arropó como cualquiera hubiera hecho con un niño pequeño. Ese gesto me desconcertó pero el sueño me venció y no tuve tiempo de analizarlo.
De todas formas sabia que con Pablo podia relajarme.

Srta. Alarcón (Detenida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora