Tres

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—¡¿Como que no es una maldita mentira?!— no lo podía creer.

Mi aroma se intensificó haciendo que toda la sala termine llena de feromonas agrias.

—Félix, tranquilízate, tú mismo le dijiste que tendría tu aprobaciones ¡que lo entendías!— Mi madre ya estaba perdiendo la paciencia también, pero que culpa tengo yo, la culpable aquí es ella.

—Te dije que lo entendía, no que trajeras a dos putos alfas a la casa— una abofeteada de parte de mi madre impidió que pudiera terminar de hablar.

Gire a verla con lo ojos entrecerrados, odiaba esta idea, se suponía que éramos un equipo, que está era nuestra casa, que siempre estaríamos juntos ante cualquier cosa, que podríamos confiar el uno del otro. Nunca me había pegado, jamás en la vida, siempre me hablaba y trataba de hacerme entender sin la necesidad de pegarme.

Suspire cansado de todo esto— ¿Por que traes a desconocidos?— su expresión de durabilidad se empezó a romper con solo cinco palabras— ¿Siquiera los conoces?— pregunte con la voz quebrada, quería llorar, pero no lo permitiría.

—No son extraños, a In-yeop lo conozco desde que somos pequeños cachorros— hablaba de una manera estúpida, reí ante su ingenuidad.  Por esto es que aveces estoy en contra del amor, te hace pensar de una manera idiota, sea para bien o para mal. Ella me miró extrañada por mi risa.

—Se ve que el amor te afecto. Las personas cambian y ustedes no se ven hace tantos malditos años— exprese, ¿que acaso soy el único estupido aquí que se da cuenta de lo grave que es?— y si In-yeop hubiera cambiado, conoces a su hijo, ¿sabes algo de él? No sabes nada—dije con mucha seguridad, pero su mirada nerviosa me hizo dudar—¿Cierto?.

—In-yeop y yo nos reencontramos hace 5 meses, él y yo habíamos echo nuestras vidas aparte, sin sabes que éramos destinados y ya cada uno tenia su propia familia... hace 2 meses conocí a Hyunjin, hemos estado conviviendo desde ese tiempo, yo-o — bajo la mirada incapaz de seguir mirándome.

—Todas esas veces que no regresabas es porque estabas jugando a la familia feliz por quien sabe donde y claro, yo aquí como un estúpido tratando de hacer lo mejor de mi en esta casa para que tú, no estuvieras cansada. Nunca me metí en tu trabajo, a pesar de que me dejabas la mayor parte solo, porque sabía que era un sustento para nosotros dos, pero necesitaba de tu tiempo en muchas cosas y tú solo estabas dándoselo a otras personas...— trate de no llorar, lo trate, pero no pude dejar de hacerlo al enterarme de todo esto. Su mirada seguía gacha, no tenia el valor de verme a la cara y yo tampoco lo quería.

Mi mente estaba horriblemente alterada, no pensaba en este momento, necesitaba salir de estas cuatro paredes y lograr salir. Solo agarre las llaves que deje en la mesa hace rato, no me cambié ni agarre nada más, prácticamente estaba vestido tal y como fui a la universidad. Voltee a mirarla, ya no miraba al suelo, sin embargo, aún no me miraba, su mirada estaba perdida en un punto fijo de la sala.

Me acerqué  a la puerta logrando finalmente que me mirara al sentir la puerta abrirse.

—Tal vez para ti no sean desconocidos— inicie hablar— pero yo los conozco desde hace un día, así que ponte a pensar en eso siquiera, deja tu amor a un lado y piensa por lo menos una vez en mi, en tu hijo— su mirada de remordimiento hizo que pensara en recapacitar lo que había dicho, pero era la verdad, no pensó en mi.

Cerré la puerta fuertemente, no se a donde ir la verdad, solo salí por la sofocación que sentía en ese momento. En qué momento cambió todo, quizás cuando tuve relaciones que ese alfa, quizas cuando lo besé ayer o quizás cuando a mi propia madre deje de importarle y utilizo su tiempo en dos desconocidos.

Me enamore de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora