veintinueve

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Hola, Samanta

Ayer fue viernes, y me sorprendió que cuando entré a Ciencias, tú ya estabas sentada ahí, con tus cuadernos.

Las últimas dos semanas no habías asistido.

A penas me senté me miraste fijamente, y la palabra nervioso estaba corta a cómo me sentía. Estabas escrutándome y analizando cada parte de mi rostro.

“Lamento mucho lo que Mike hizo. A veces... es muy sobreprotector.” Me habías dicho en voz baja, mirándome a los ojos. Miré un poco más abajo, a la altura de tu cuello, y un enorme moretón se extendía por la base del mismo. En ese momento quería levantarme, encontrar a Mike y golpearlo hasta que dejara de respirar.

Pero ahí estabas, mirándome con súplica y con terror, y sólo quería que te sintieras mejor.

En cambio, sonreí ligeramente y dije: “Está bien... ya pasó.”

Me sonreíste de una forma tan triste que me hizo sentir más impotencia.

Y luego no me dirijiste la palabra en el resto de la clase.

Hola, SamantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora