No, no es un dolor inexplicable en el pecho.
O un nudo enorme en la garganta que no me deja hablar.
No es un temblor de piernas que me impide caminar,
O una sensación de ahogamiento infernal.
No me cuesta respirar o se me empañan los ojos de lágrimas a cada segundo.
No siento ganas de vomitar constantemente y mucho menos se me entumece el cuerpo.
No siento nada de eso, es simplemente un dolor diminuto en el corazón, tan pequeño que podría ser imperceptible, pero que no lo es.
Es un agotamiento total, un cansancio que va más allá de lo físico y de lo mental. Es algo espiritual, lo siento en el alma y es difícil de curar.
Lo siento a cada minuto, cada instante que vivo en este mundo, me quema, me asfixia.