La casita a la orilla del mar

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Kakashi despertó de golpe, incorporándose del futón. Sobre él, un cielo de estrellas brillaba intensamente.

Se levantó y comenzó a andar, alejándose del campamento. Lo último que necesitaba ahora era verla, la confusión aún fresca en su mente.

No había una ducha bajo la que meterse, así que simplemente siguió caminando, esperando que el aire fresco de la noche aclarara su mente.

Poco más de una hora después, caminaba de regreso con las primeras luces del día, el amanecer tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados.

—Vamos, Naruto, deja de hacer el tonto y termina de recoger —pidió Sakura, con una ligera impaciencia en su voz.

—'Ttebayo, Sakura-chan, no hay prisa. No sabemos cuándo volverá Kakashi-sensei —respondió éste, con una sonrisa despreocupada mientras jugaba con sus cosas.

—Volverá cuando quiera, pero no quiero que le toque esperar cuando regrese.

—Siempre le esperamos nosotros, por una vez que sea al revés —refunfuñó Naruto, rodando los ojos.

—¡Narutoooo! —gritó Sakura, levantando el puño en una advertencia silenciosa.

—Está bien, está bien. Pero el que se ha ido sin avisar es él. Podía haber ayudado a recoger —protestó el ninja mientras finalmente comenzaba a guardar sus pertenencias.

—Habrá pasado algo. No sabemos por qué se ha ido. Quizás...

—¿Quizás qué? —preguntó Naruto, curioso.

—No sé. Seguro que tiene una buena excusa.

—Tú siempre le defiendes. Siempre Kakashi-sensei esto, Kakashi-sensei lo otro —bromeó Naruto, imitándola.

—Eso no es verdad —respondió Sakura, cruzando los brazos.

—Sí que lo es.

—Que no.

—Sí que lo es. Es exactamente así —Naruto se transformó en Sakura, poniendo su dedo índice sobre sus labios y agitando sus caderas, burlándose—. Kakashi-sensei está diferente. Kakashi-sensei parece preocupado. Kakashi-sensei se ve triste. Deberíamos hacer algo por Kakashi-sensei.

—¡Shannarooo! —exclamó Sakura, dándole un puñetazo en la cabeza que deshizo el jutsu.

—Buenos días, chicos —dijo Kakashi, con una sonrisa bajo la máscara, disfrutando de la escena.

—Buenos días, sensei —respondió Naruto, sobándose la cabeza.

—Sensei... —Sakura se puso colorada, mirando al suelo—. ¿Cuánto lleva aquí? No le había visto.

—Acabo de llegar —mintió Kakashi, aunque había visto toda la interacción.

Kakashi se agachó para terminar de recoger las cosas que quedaban.

Bueno, quizás no se levantara con el recuerdo de su olor en mitad de la noche, pero al menos se preocupaba por él.

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—Kakashi-sensei —le llamó Naruto, poniéndose a su altura mientras caminaban.

—¿Hum? —preguntó sin apartar la vista del libro de tapas naranjas que llevaba en las manos, el peso familiar en sus dedos siempre era un consuelo.

—Pronto será su cumpleaños, ¿verdad? —preguntó Naruto, con una chispa de entusiasmo en su voz.

—Mmm... —Kakashi pareció pensarlo por un momento—. Sí. Supongo que sí.

Dormir bajo techoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora