No puede llover

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—Ya la he perdido. Desde aquel día se comporta raro. Desde aquel día los silencios son incómodos. Y, sobre todo, desde aquel día evita quedarse a solas conmigo.

Kakashi cogió aire y lo dejó escapar poco a poco mientras sus manos pasaban de la barbilla de Sakura a su cuello, y ladeó su cabeza mirándola, un toque íntimo que pretendía ser un intento de consuelo.

Ella tembló bajo sus manos, bajo la intensidad de su mirada. Podía ver una mezcla de miedo y esperanza en sus ojos.

—Yo no... —comenzó Kakashi— No sé cómo hacer esto.

Ella bajó de nuevo la mirada, y las manos de él no se lo impidieron. El peso de sus palabras se sentía como una barrera invisible entre ellos. Ella le había acusado de huir de sus propios sentimientos, de ser un cobarde. Tenía razón.

—¿Ser amigos? —preguntó ella, dolida.

—No —respondió él en un susurro—. Ser solo amigos.

Sakura levantó la cabeza para mirarle a los ojos, clavando sus ojos verdes en los oscuros de él, buscando respuestas en ellos.

—¿La edad importa? —preguntó ella, haciéndose eco de aquella vez.

—Supongo que sí —respondió Kakashi, cambiando la respuesta. Se lo había repetido muchas veces a sí mismo como para no responder eso ahora.

Un ruido a sus espaldas hizo que Kakashi diera un paso atrás y dejara caer sus manos a los costados.

—Buenos días Kakashi-sempai. Buenos días, Sakura-chan —saludó Iruka al pasar.

—Buenos días Iruka-sensei —devolvió Sakura.

—Iruka-san —saludó Kakashi acompañado de un movimiento de cabeza.

Iruka siguió su camino dejándolos atrás, sin ser consciente de lo que acababa de presenciar.

Sakura se quedó mirando al suelo, mientras Kakashi fijó la vista en la figura de Iruka que se alejaba, aprovechando el momento para recuperar la compostura.

—¿Qué es tan importante respecto a la edad? —preguntó Sakura sin levantar la mirada, su voz apenas un susurro.

Kakashi la miró entornando los ojos, la duda reflejada en su mirada.

—Aquí no. Vamos —dijo, tomándola de la muñeca y llevándola a su casa. Necesitaba un espacio más privado para esta conversación.

Sakura entró, dio un par de pasos y se paró en mitad del recibidor, el lugar le resultaba familiar pero extraño al mismo tiempo.

Kakashi cerró tras de sí.

—Pasa —dijo señalando el salón, su tono más suave que antes.

Ella solo giró, para enfrentarse a él.

—¿Qué es tan importante respecto a la edad? —volvió a preguntar con tono cansado, deseando entenderlo.

Kakashi suspiró y se acercó a ella. Solo los separaban unos pocos centímetros, pero sentía como si fuera un abismo.

—Tú, teniendo doce años cuando te conocí —dijo, cogiéndola por la muñeca con suavidad.

—Ya no tengo esa edad —respondió entre dolida y molesta, soltándose de su agarre con un movimiento rápido.

—Lo sé —dijo Kakashi, sintiendo una punzada de dolor cuando ella retiró la mano, pero comprendiendo sus razones.

—¿Qué más es? —preguntó ella, sus ojos seguían buscando respuestas en los de él.

Dormir bajo techoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora