Sombra

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"Se me fue tan natural
Como río al mar se va"

El patio de la Escuela Técnica de Magia de Tokyo bullía de actividad. Los estudiantes, liberados de sus clases por la tarde soleada, se entregaban a un sinfín de actividades: combates de entrenamiento improvisados, risas que escapaban de grupos reunidos bajo la sombra de los árboles centenarios, el murmullo constante de conversaciones animadas. Satoru, apoyado contra la pared del edificio principal, observaba la escena con una mezcla de diversión y aburrimiento. 

Sus estudiantes, Panda, Maki, Toge y Yuta, se encontraban enfrascados en una acalorada discusión sobre las virtudes de los diferentes tipos de onigiri, una imagen que le arrancó una sonrisa irónica. A pesar de la aparente despreocupación de su postura, la mente de Satoru se encontraba muy lejos de allí. Una sombra de inquietud se había instalado en su interior, una sensación persistente de que algo no andaba bien. La reciente misión, aunque aparentemente exitosa, había dejado un regusto amargo en su boca, una sensación de amenaza latente que no lograba sacudirse.

Y entonces lo vio. A través del bullicio y el movimiento del patio, sus ojos se encontraron con los de Suguru. Su antiguo amigo y actual enemigo se encontraba al otro lado del patio, apoyado contra la barandilla que daba a los jardines traseros de la escuela.

Su postura era relajada, casi indolente, pero Satoru percibió la tensión que se ocultaba bajo la superficie, la frialdad calculada en sus ojos que antes irradiaban calidez. Sus miradas se cruzaron por un instante, un choque silencioso de voluntades que atravesó la distancia que los separaba. En ese breve momento, Satoru sintió un escalofrío recorrerle la espalda. 

No era miedo lo que sentía, sino una profunda tristeza, un dolor agudo que le oprimía el pecho. En la mirada de Suguru, ya no veía al amigo leal, al compañero de batallas que había sido. En su lugar, solo encontraba un vacío insondable, un abismo de oscuridad que amenazaba con tragárselo todo.La visión de Suguru, tan familiar y a la vez tan ajena, despertó en Satoru una oleada de recuerdos.

Las tardes de entrenamiento bajo la atenta mirada de Yaga, las risas compartidas en los pasillos de la escuela, las noches estrelladas en las que habían jurado proteger al mundo codo a codo y entonces, un recuerdo aún más vívido inundó su mente.

La última vez que habían estado frente a frente, no como enemigos, sino como amigos. Había sido una noche lluviosa, en un callejón oscuro tras una misión particularmente difícil. Satoru, herido y exhausto, se había apoyado en Suguru, buscando apoyo físico y emocional. 

Y Suguru, sin dudarlo un instante, lo había abrazado con fuerza, susurrándole palabras de consuelo y aliento.

— Siempre estaremos juntos, Satoru. Pase lo que pase — le había dicho Suguru, su voz firme a pesar del cansancio. 

Pero las promesas, como los lazos de la amistad, podían romperse con la misma facilidad con la que se forjaban. Y Satoru, con un dolor que le quemaba en la garganta, comprendió que ya no había vuelta atrás.

El camino que Suguru había elegido los conducía a un enfrentamiento inevitable, una batalla que solo podía terminar con la muerte de uno de ellos. Apartó la mirada de Suguru, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.

Su deber era proteger a sus estudiantes, al mundo, incluso si eso significaba acabar con la vida de la persona que más había amado. Y mientras volvía a centrar su atención en sus estudiantes, que seguían discutiendo sobre onigiri, una promesa silenciosa se formó en su corazón. Honraría la memoria de Suguru, aunque eso significara llevar consigo el peso de su muerte para siempre.

Se Me Fue | Satosugu [[Drabbles]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora