Capítulo 4 - Disolver (2/2)

319 39 4
                                    

Aquella pregunta era lo mínimo que esperaba la tailandesa, quería tener una buena respuesta pero lo único que su cerebro ya doliente le dió fue encogerse de hombros con cansancio.

–Termine con Ize por esto.– respondió antes de desviar la mirada para llorar de nuevo. Dolía, claro que dolía, Ize llegó a ser su todo, su pilar y su refugio.

Yoko observó cómo la chica frente suyo se abrazaba a si misma con fuerza tratando de hacer que el llanto desapareciera pero al parecer no funcionó bien. Le creía, creía en cada cosa que Marissa le dijo, porque se alejó de su lado por petición de Faye, su Faye. Se acercó a la castaña y la atrajo a su cuerpo intentando abrazarla sin saber bien como hacer aquello.

Nunca había iniciado un abrazo, parecía ser difícil, solo se decidió por acercarla a su cuerpo y abrazarla por los hombros como su padre lo hacía con ella, siempre le ayudaba a sentirse mejor, esperaba que tuviese el mismo efecto en Marissa y al parecer fue así, ya que la tailandesa se aferró a su cintura dejando su rostro contra el pecho de Yoko. –Te creo.– murmuró Yoko mirando a la pared unos segundos antes de cerrar sus ojos y disfrutar de aquel abrazo. Se sentía bien después de todo lo que habían pasado ambas.

–Lo siento también, error mío.– aseguró haciendo que Marissa se despegara de ella para mirarla.

–¿Lo hice mal?– pregunto avergonzada refiriéndose al abrazo y Marissa negó.

–Por favor, perdona cualquier cosa que hice mal, prometo no fallar de nuevo, es una promesa.– dijo la castaña mirándola y Yoko sonrió sosteniendole la mirada.

Nunca había notado lo expresivos que eran aquellos grandes ojos, Yoko nunca había sostenido su mirada más de unos segundos, está vez se quedó observándola con esa pequeña sonrisa que le decía que todo estaba bien.

–Todo es bueno ya.– respondió torpemente antes de alejarse para bostezar. Al parecer estaba tratando de ordenar su habitación antes de interrumpirla. –Es descortés recibir visitas con el lugar sucio, lo siento Marissa.– murmuró apenada tomando las cosas rotas del piso para colocarlas en la bolsa negra que sostenía.

–No, podría ayudarte, así terminas esto rápido y hablamos.– aseguró colocándose en cuclillas una vez que se acercó a la pelicastaña para ayudarla. –¿Desde cuándo no duermes?– pregunto cuidadosa sin dejar de levantar los pedazos de vidrio que al parecer ella misma rompió.

–Días, muchos.– respondió Yoko suspirando pesadamente. Marissa había leído que la falta de descanso y sueño, daban un mal desarrollo para el habla y algunas actividades para las personas que padecían lo de Yoko. –No puedo hacerlo sin tener pesadillas.– confesó levantándose del piso para dejar la bolsa a lado de su puerta.

–¿Quieres dormir?– pregunto Marissa yendo a la cama de Yoko en un intento de prepararla para la pelicastaña y la dueña de aquella habitación negó. –Yoo, cariño necesitas descansar, ven aquí.– pidió Marissa terminando de acomodar las almohadas.

–No.– susurro la chica de enormes ojos sosteniendo su osito de peluche con fuerza contra su pecho. –No puedo Marissa, habrá pesadillas.– aseguró abrazando aún con fuerza aquel desgastado peluche que su madre le obsequió. El corazón de Marissa se encogió más de lo que ya estaba y sus únicos pensamientos fueron proteger a Yoko lo más que pueda.

–Te prometo que no habrá pesadillas.– aseguró la tailandesa acercándose hasta la más alta y tomo su mano con cuidado esperando alguna reacción negativa de Yoko, pero no la hubo. –

Puedo ayudarte a que se vayan, déjame hacerlo.– pidió Marissa sonriéndole y dejando un ligero apretón en su mano. –Te apuesto a que si canto una canción las pesadillas se irán.– reto a la menor y esta solo frunció el entrecejo.

–Las apuestas son del demonio.– respondió justo lo que su abuela decía. Marissa intento no reír pero falló. –¿Qué?– pregunto Yoko ladeando su cabeza de manera adorable.

–Tengo una canción únicamente para ti, déjame cantarla solo esta vez, si no te ayuda no volveré a cantarla jamás.– aseguró acomodandole el cabello y Yoko bostezó de nuevo. –Ven, necesitas descansar.– susurro llevándola hasta la cama. Le ayudo a recostarse y la cubrió con las mantas antes de rodear la cama y sentarse en el lugar libre a su lado mientras recargaba su espalda contra la pared.

–Es descortés.– murmuró Yoko colocando el osito contra su pecho una vez que se acomodó de costado para ver a Marissa.

–No, yo quiero que descanses, ahora debes guardar silencio para que pueda cantar para ti.– Yoko asintió mirándola fijamente y la tailandesa desvio la mirada. Aunque amaba el hecho de que Yoko tuviese la confianza para mirarla, no podía sostener su mirada, terminaba sonrojada o nerviosa. –¿Estás lista?– pregunto acariciándole el cabello y la menor asintió cerrando los ojos inconscientemente ante las caricias de la tailandesa.

–Puedes cantar.– aseguró Yoko acercándose a Marissa disfrutando de la sensación tan relajante que comenzaba a invadirla. Desde aquel día había estado tensa y enojada, la visita de Marissa parecía que la alteraría y volvería a perder el control, pero se encontraba tranquila y sintiéndose relajada una vez más, tal vez solo necesitaba de una buena amiga o afecto que no fuera de su padre.

–Goodnight, goodnight, It's time now to sleep... The moon's watching over, you and your dreams...– inicio Marissa aquella canción de una de sus bandas favoritas Sleeping at last1 que justamente era una canción de cuna.

Mientras cantaba observó el rostro de Yoko de nuevo, pudo sentir y ver cómo se relajaba conforme la canción avanzaba junto con aquellas caricias en su cabello. Se sentía mejor, por un lado, las cosas estaban solucionadas, tenía de amiga a la tailandesa otra vez y eso era un logro enorme para ella. Por otro lado lo que pasó con Ize iba a ser duro de superar, necesitaría bastante tiempo y fuerzas para no correr a dónde la surcoreana, Ize tenía que darse cuenta de lo mal que Faye y ella actuaban al hacer aquellas estúpidas apuestas.

–But goodnight, goodnight, sweet dreams for now... Drift off to sleep, on your pillow of clouds...– continuó cantando acomodándose mejor en la cama quedando completamente recostada y sintió como la tailandesa se acurrucaba contra su cuerpo, colocando su mejilla contra su pecho mientras se abrazaba a ella junto con el oso de peluche.

La relajada respiración de Yoko era algo que estaba dándole paz, había maquinado tantas cosas en su cabeza y pensado otras tantas negativas de como estaría la pelicastaña, ahora solo podía observarla de reojo mientras la menor dormía plácidamente, era algo lindo. Sin notarlo dejo de acariciarle el cabello conforme también estaba quedándose dormida.

1Sleeping at last es una banda estadounidense y su estilo se enmarca en los géneros: Electronic, Folk, World, & Country, Pop y Rock.

ASPERGER - ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora