¿Dónde estoy?

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Me desperté en una casa pequeña a las afueras de la ciudad, al mirar por la ventana se veía un paisaje diferente del que yo estaba acostumbrada, habían maquilas alrededor y había un barrio que daba a casas igual de dañadas. 

El cuarto solo tenía una cama vieja, un espejo roto, las paredes parecían de arena y el único estante que había estaba roto, el armario tenía un vestido y me lo puse para salir del cuarto.

Baje las escaleras y me encontré a dos personas platicando mientras desayunaban. 

-¿Dónde estoy? ¿Qué me paso?-. Pregunte algo asustada, estaba desorientada y no entendía lo que pasaba. 

-Tranquila, somos Nate y Frida, recibiste un fuerte golpe en la cabeza y tu hermano te trajo acá, nos dijo que estarías a salvo aquí-. Me respondió Frida mientras me ofrecía una rebanada de pan y me invitaba a sentarme. 

La chica parecía sucia, tenía la ropa desgastada y manchada, sus zapatos estaban rotos, y su pelo lo tenía lleno de nudos y arena. 

-¿Cómo saben de mi hermano? ¿Dónde está? Quiero regresar a casa-. Pregunte aún más asustada mientras veía a mi alrededor. 

-Tu hermano está en la escuela, Andrew y él han planeado esto desde hace un par de meses. Si tú quieres te podemos inscribir en esa escuela-. Me respondió Nate mientras le tomaba la mano a su esposa y sonreía. 

-Si, muchas gracias, pero ¿Quiénes son ustedes?-. Pregunte intrigada mientras tomaba una rebanada de pan y la mordía. 

Tenía muchas dudas de como Rikardo los conocía, como había llegado a ese lugar y el porque él nunca me dijo nada. 

-Somos amigos de Kristy-. Respondió Nate mientras me veía y sacaba una foto donde estaban ellos dos y mi mamá en el centro. 

-¿Son amigos de mi mamá?-. Les pregunte mientras miraba la foto y sonreía. 

Así la recordaba, feliz y llena de vida con su pelo alborotado y su ropa llena de color.

-Si, por cierto enserio lamento su muerte-. Respondió Frida un poco triste mientras me daba un vaso de leche. 

-Si, pero eso ya no importa. En mi casa ya mamá no es importante, a mi papá no le importa recordarla, siendo sincero nunca le importó mamá, mucho menos le importa ahora después de su muerte. Solo le importa su esposa Natalia y su perfecta hija Paris-. Dije llorando tocando mis brazos mientras me abrazaba a mi misma. 

-Espero poder ayudarlos de alguna manera, agradecer que me dieron de comer, pero debo regresar a mi casa, debo volver con Rikardo-. Añadí mientras me limpiaba las lágrimas y comía mi desayuno. 

-Rikardo no está en la casa, él se fue a vivir con Andrew y no quiere que tu regreses a esa casa. Quiere que inicies una nueva vida con gente que si te ama-. Me dijo Frida mientras me daba un papelito que decía el número de mi hermano.

-Tal vez no somos ricos, ni tenemos una mansión, pero te queremos desde el día que naciste-. Me respondió Frida con un abrazo.

Solo había sentido un abrazo a si en toda mi vida, esos abrazos que te sanan cada herida y te hacen recordar que jamás vas a estar sola y solo los sentía con mi mamá y ahora con Frida.

-Aún tengo muchas dudas, para poder entender, necesito saber la historia, por favor-. Les conteste mientras recogía los trastes sucios. 

-Todavía no es tiempo, no lo entenderías y no queremos causarte algún daño psicológico, no somos como tu antigua familia-. Me dijo Nate, mientras secaba los platos. 

-Y ¿En qué los puedo ayudar?-. Les pregunte mientras me sentaba en la escalera. 

-Ya veremos, mientras intenta sentirte cómoda, lo que si te pedimos es que nunca faltes a la escuela a menos que sea una emergencia-. Me respondió Frida con un beso en la frente. 

No había sentido el cariño sincero de una mujer desde que mi mamá falleció. Todos los cariños que Natalia me daba no eran más que falsos e hipócritas igual que ella y París

"Olvida eso, si bien te va quizás jamás las vuelvas a ver" dijo mi subconsciente para luego soltar una sonrisa mientras veía el espejo

Los días se volvieron semanas y como quizás se imaginen mi familia ni se preocupaba por buscarme.

Tarde en acostumbrarme de tenerlo todo a no tener casi nada, pero también aprendí que podía ser feliz teniendo lo esencial, no tenía lujos y eso me gustaba.

Antes mi cuarto tenía mucha ropa y ahora al ir al cuarto a buscar ropa, no había nada más que un vestido medio roto, una caja de costura, un pantalón de mezclilla y una blusa de algún equipo de fútbol.

Había aprendido a coser desde que era más pequeña, así que arregle el vestido, era mi único vestido, más el que tenía puesto el día que llegué aquí. Pero, poco a poco mi vida fue cambiando para bien. Extraña mucho a Rikardo, no sabía nada de él desde esa fiesta de la cual ya pasaron dos meses, no me ha buscado y tampoco me ha llamado.

-Conseguí un trabajo en una pequeña tienda, espero con eso ayudarles poquito-. Les dije de repente una noche mientras cenábamos.

-Ya hablamos de esto, no tienes que hacer nada, te queremos con nosotros y no tienes que trabajar si no quieres-. Me explico Nate mientras recogía mi plato.

-Yo los quiero ayudar, quiero probarme que puedo valerme por mi misma y no depender de mis padres, los quiero pero necesito aprender a vivir-. Les dije feliz mientras lavaba los trastes.

-Además, me gusta trabajar, me gusta ayudar y sobretodo quiero que se sientan orgullosos de mi-. Añadí al terminar de limpiar para luego abrazar a Nate.

Al día siguiente empezó mi trabajo en la tienda de ropa William, me puse mi pantalón negro y mi blusa color guinda y me hice un sándwich para luego dejarles una notita en la mesa. "Me fui a trabajar, hay comida en el refrigerador, los quiero mucho".

Mi horario de trabajo era de nueve y media de la mañana hasta las seis y media de la tarde y aunque no me pagaran mucho o lo suficiente, me sentía feliz con saber que podía ayudar a Frida y a Nate.

Dos semanas después empece la escuela y me iba muy bien, era una alumna destacada y las materias me emocionaban, aunque no tuviera amigos ni conociera a nadie en la escuela, sentía que podía irme bien con mi nueva vida y nuevamente empecé a sentirme viva. 

Vidas AlteradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora