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A la mañana siguiente, Dylan se despertó por ruidos provenientes de fuera de la habitación. El sonido de voces bajas y el entrechocar de platos se filtraba a través de la puerta. Se sentó lentamente en la cama, recordando el caos de la noche anterior y mirando a su alrededor, se dio cuenta de que Sara aún dormía a su lado, envuelta en la manta con la que se había quedado dormida, se veía muy tierna, estaba con la cara un poco roja, los labios entreabiertos y el pelo despeinado.

El se levantó con cuidado para no despertarla, y caminó hacia la puerta. Al abrirla, encontró a los demás amigos en la cocina, preparando el desayuno.

- Buen día- saludó Dylan en voz baja, intentando no alterar la tranquilidad del ambiente.

- Buen día- respondió Taichu, volteándose para mirarlo con una pequeña sonrisa-  Pensamos que sería bueno hacerle algo de comer cuando se despierte.

- Gracias- dijo Dylan, sintiendo el apoyo de sus amigos. Se acercó al mostrador y se sirvió una taza de café- Ayer fue… fue un día difícil.

Helena se acercó a Dylan, apoyando una mano en su hombro- Lo sabemos. Pero estamos aquí para ella, y para vos también. Nadie tiene que cargar con esto solo.

Dylan asintió, sintiendo un peso que se aliviaba ligeramente. Sabía que Sara todavía tenía un largo camino por delante, pero no estaba sola en ese proceso.

De repente, escucharon el sonido de la puerta de la habitación abrirse. Sara apareció en la entrada, su cara aún mostraba signos del agotamiento emocional de la noche anterior, pero había algo en su expresión que indicaba que estaba lista para enfrentar el día.

- Buenos días- murmuró Sara, con una voz aún un poco quebrada, pero con un tono de determinación que no se le había visto antes.

Dylan levantó la mirada al escuchar la voz de Sara. Ella estaba parada en la entrada de la cocina, con su cabello aún desordenado y los ojos un poco hinchados, pero con una expresión que mostraba un poco de mejoría.

- Buenos días- respondió Dylan, esbozando una pequeña sonrisa.

Los chicos se volvieron hacia ella, ofreciéndole gestos de bienvenida y calor. Sin palabras, Taichu le sirvió una taza de té y la acercó a la mesa.

- Les preparamos algo de comer- dijo Helena suavemente, señalando los platos con frutas, tostadas y huevos que habían preparado entre todos.

Sara avanzó lentamente, como si cada paso fuera un esfuerzo consciente. Se sentó en la mesa, sintiendo las miradas de sus amigos sobre ella. Aunque sus gestos eran todavía un poco inseguros, había una chispa en sus ojos que revelaba su intención de seguir adelante.

- Gracias- murmuró, agarrando la taza que Taichu le había ofrecido. El calor del té se extendió a través de sus manos, brindándole una sensación de confort.

Dylan se levantó de su asiento y se acercó a ella con suavidad, percibiendo su fragilidad.

- Sara- dijo en voz baja, inclinándose un poco hacia ella- necesito ver tu brazo para curarlo.

Sara dudó por un momento, bajando la mirada hacia su brazo, que estaba cubierto con una gasa y cinta, no estaba segura, pero termino asintiendo despacio.

Dylan se acercó con cuidado, tratando de ser lo más delicado posible. Agarró la esquina de la gasa y empezó a retirarla lentamente, preocupado por no hacerle daño. Sara contuvo la respiración, sus ojos fijos en el proceso, pero no apartó la mirada.

Dylan trabajaba con paciencia, consciente de la fragilidad del momento. Sara observaba cómo la gasa se despegaba, revelando las heridas aún frescas. El silencio entre ellos era palpable, cargado con emociones que ninguno de los dos expresaba en palabras.

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