Días después de haber vuelto de la cabaña, los chicos asistieron a una fiesta que era todo lo contrario a la tranquilidad que habían vivido.
En la fiesta, Sara se sentía cada vez más abrumada por la escena que se desarrollaba frente a ella. Cuando vio a la chica besar a Dylan, algo dentro de ella se rompió. Sin pensarlo dos veces, se dirigió a un grupo donde los invitados estaban consumiendo drogas sin pudor. Tomó la cocaína que le ofrecieron y la inhaló con una mezcla de desesperación y enojo.
Dylan, al ver esto, trató de intervenir nuevamente. Pero cuando Sara lo ignoró y consumió más, Dylan sintió que había llegado a su límite. Con determinación, la agarró del brazo con fuerza y la sacó de la fiesta, sin preocuparse por las miradas curiosas.
Afuera, la confrontó, su voz cargada de frustración y preocupación.
- Qué estás haciendo, Sara? Por qué te estás haciendo esto?- le gritó, mientras ella intentaba apartarse.
Sara lo miró con ojos vidriosos, pero no dijo nada, simplemente se encogió de hombros como si nada importara. Dylan, con el corazón dolido, vio cómo un rastro de polvo blanco permanecía en su nariz. Sin decir nada, sacó una servilleta y se lo pasó suavemente por la nariz, limpiándola mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
- No puedo verte así, Sara. Me estás destrozando...- dijo, su voz quebrándose mientras la mantenía firme pero con cuidado.
Dylan y Sara se quedaron afuera de la fiesta, bajo el frío aire nocturno. La mirada de Sara era desafiante, pero también estaba llena de dolor y confusión. El silencio entre ellos era espeso, cargado de emociones que ambos luchaban por controlar.
- Sara, qué te pasa?- insistió Dylan, su tono más suave ahora, casi suplicante- Por qué no querés hablar conmigo?
Sara evitó su mirada, cruzando los brazos sobre el pecho. Sentía la presión del mundo sobre sus hombros, y el peso del rechazo de Dylan había sido la gota que colmó el vaso.
—No es tan simple, Dylan —respondió finalmente, su voz casi inaudible.
- ¡¿No es tan simple?!- repitió Dylan elevando la voz, con incredulidad- ¡Te estás destruyendo, Sara! Y no sé cómo ayudarte si no me dejas entrar.
El sonido lejano de la música de la fiesta se mezclaba con el susurro del viento. Sara bajó la cabeza, sintiendo la culpa y la frustración crecer dentro de ella.
- No necesito que me rescates- dijo con dureza, aunque sus palabras estaban teñidas de tristeza- No quiero ser tu problema.
Dylan sintió un nudo en el estómago. No sabía cómo derribar las paredes que Sara había levantado a su alrededor, pero tampoco estaba dispuesto a dejarla sola en medio de su tormenta.
- No sos mi problema, Sara, sos importante para mí- dijo finalmente, con una sinceridad que la desarmó- Y no me importa lo que pase, no voy a dejar que te hundas sola.
Sara lo miró entonces, sus ojos brillando con lágrimas que no se permitía derramar.
- Y qué si ya estoy hundida?- susurró, su voz quebrada.
Dylan se acercó a ella, colocando sus manos sobre sus hombros.
- Entonces voy a estar ahí abajo con vos hasta que salgamos juntos- le aseguró, su voz firme y llena de determinación.
Sara no respondió, pero su mirada hablaba de un dolor profundo, de una lucha interna que la estaba desgarrando. La fiesta seguía sonando a lo lejos, pero para ellos, el mundo se había reducido a ese pequeño espacio donde compartían su dolor y su esperanza.
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Adicciones
RomanceSara está en plena batalla para dejar atrás sus adicciones a las drogas y reconstruir su vida. Con la ayuda de Dillom, comienza a trazar un nuevo camino. Mientras Sara lucha por superar sus obstáculos, Dylan se convierte en su sostén y guía, enfrent...