Una hora después, la atmósfera en la casa seguía cargada de inquietud. Dylan, que no podía sacudirse la preocupación, decidió ir a ver cómo estaba Sara. Había estado dando vueltas por la casa, sintiendo una creciente inquietud mientras los minutos pasaban.
Llevaba consigo una taza de té, con la esperanza de que, al menos, pudiera ofrecerle algo reconfortante si no estaba dispuesta a comer. Se dirigió hacia la habitación de Sara y, al llegar, notó que la puerta estaba ligeramente entreabierta. No había respuesta a sus golpes suaves, y el silencio que provenía del interior solo aumentó su ansiedad.
Tomando una respiración profunda, Dylan empujó la puerta con cuidado y entró. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la luz tenue que entraba a través de las cortinas. Se acercó lentamente a la cama y vio a Sara acostada, con los ojos cerrados y respirando suavemente. Parecía que se había quedado dormida, completamente exhausta.
Dylan se agachó junto a la cama, colocando la taza de té en la mesita de noche. Luego, la despertó suavemente, tocándole el hombro y llamándola en voz baja.
- Sara...- dijo Dylan, con un tono suave- Despertate, por favor.
Sara se movió levemente, susurrando algo ininteligible mientras parpadeaba, despertando lentamente. Al abrir los ojos y ver a Dylan frente a ella, una expresión de sorpresa y algo de vergüenza cruzó su rostro.
- ¿Qué...?- murmuró, aún medio adormecida- ¿Qué pasa?
- Vi que llevas un tiempo acá sola y me preocupé- respondió Dylan, con una sonrisa tranquilizadora- Te traje un poco de té. Pensé que podrías tomar algo, aunque no tengas hambre.
Sara se incorporó lentamente, sentándose en la cama y mirando la taza con una mezcla de agradecimiento y cansancio. Sus ojos se encontraron con los de Dylan, y aunque no dijo nada más, su expresión mostraba una mezcla de gratitud y vulnerabilidad.
- Gracias- dijo finalmente, tomando la taza y llevándola a sus labios- No me di cuenta de cuánto tiempo había pasado.
- No hay problema- dijo Dylan, sentándose en la silla cercana- Solo quería asegurarme de que estés bien. Si necesitas hablar o algo más, estoy acá para vos.
Sara asintió, tomando un sorbo del té mientras trataba de recobrar algo de energía. La presencia calmante de Dylan a su lado le proporcionaba un pequeño consuelo en medio de su angustia. Aunque aún estaba lidiando con sus sentimientos, saber que no estaba sola le daba una leve sensación de alivio.
Dylan, al ver que Sara parecía estar un poco más relajada, se acercó un poco más y se sentó en el borde de la cama. Su proximidad era reconfortante, y la calma en su voz ayudaba a que Sara se sintiera un poco más cómoda.
- Sara, ¿hay algo que te esté preocupando en particular?- preguntó Dylan con suavidad- Vi que no querías comer antes. Si no querés hablar de eso, está bien, pero me gustaría entender mejor qué es lo que te está pasando.
Sara miró la taza de té en sus manos, sin poder evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas de nuevo. Dylan pudo ver cómo su cuerpo se tensaba, y un nudo se formó en su garganta. Sabía que era difícil para ella expresar lo que sentía.
- No sé...- dijo Sara, su voz quebrándose- Solo... no tengo ganas de comer. No tengo hambre. Me siento... no sé cómo describirlo.
Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, y Sara intentó contenerlas con la mano libre, pero su esfuerzo fue en vano. La presión acumulada en su pecho finalmente se desbordó, y empezó a llorar silenciosamente.
Dylan se inclinó hacia adelante, colocando una mano reconfortante en su espalda. Aunque no sabía exactamente lo que ella estaba sintiendo, su presencia y su gesto le brindaban a Sara un consuelo tangible.
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Adicciones
RomanceSara está en plena batalla para dejar atrás sus adicciones a las drogas y reconstruir su vida. Con la ayuda de Dillom, comienza a trazar un nuevo camino. Mientras Sara lucha por superar sus obstáculos, Dylan se convierte en su sostén y guía, enfrent...