Capítulo 2...Recuerdos de un amor

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Hace 10 años

Aún recuerdo la primera vez, como si hubiera sido ayer, cuando tuve que ocultarme... cuando tuve que fingir que no me gustaban los hombres. Recuerdo la mirada de decepción en los ojos de mis padres al pensar que realmente lo era.

Ese instante se grabó en mi memoria, es como una sombra que nunca desaparece, un momento en el que mi mundo cambió para siempre, un recuerdo que a la fecha me sigue atormentando.

Ocultarme no fue solo una decisión, fue una necesidad. Sentí que mi verdadera esencia era un peligro, algo que debía esconder para protegerme. Pero al hacerlo, perdí una parte de mí mismo, una parte que no sabía si algún día recuperaría, una parte donde el amor solo existía en las películas y libros.

La decepción de mis padres fue como un peso que se asentó en mi pecho, haciéndome sentir que había fallado, que mi naturaleza era un error.

Intenté convencerme por años de que su aprobación no importaba, pero la verdad es que sus miradas, sus palabras no dichas, me hirieron más de lo que jamás admitiría.

-Nicolás, baja en este instante-, grito mi madre con una voz llena de urgencia, esperando que la escuchara desde su cuarto.

-Cariño, no grites, te lo suplico-, dijo mi padre mientras llevaba su mano a la frente, empezando a sentir cómo el dolor de cabeza comenzaba a intensificarse. 

-Nicolás, baja en este instante-, repetia mi madre mientras comenzaba a subir las escaleras, notando cómo la frustración crecía dentro de ella con cada paso. Su silencio solo hacía que el enojo aumentara más con cada paso que daba.

-Cariño, déjalo-, le dijo suavemente mi padre. -Seguramente él está más confundido que nosotros en este momento, por ese rumor tan horrible que se les ocurrió inventar- Suspiré, sintiendo cómo mis emociones como padre chocaban entre sí. Quería correr hacia mi hijo y abrazarlo, decirle que todo estaría bien, quería encontrar una manera de calmarlo. Entendía que su silencio no era por desobediencia, sino una señal de su propia lucha interna... una lucha que es difícil de ganar y de olvidar.

Recuerdo llegar a casa en esa ocasión, esconderme de mis padres para que no me vieran; el clóset fue el único lugar donde pude esconderme junto con mis sentimientos.

Tengo muy presente el sonido de sus zapatos subiendo las escaleras y gritando mi nombre; en ese entonces temblaba de miedo, deseando desaparecer de la faz de la tierra.

Después de que mis padres se calmaron un poco, decidí bajar a verlos, y en ese momento me di cuenta de que debía ocultar realmente quién era... me imaginé varios escenarios en donde ellos me daban algún sermón sobre que amar a alguien de tu mismo género estaba mal.

Nunca pensé que mis padres estaban pensando en meterme a un internado militar lejos de casa, así que mejor me volví a subir a mi cuarto, para no verlos por esa noche.

Esa noche fue la primera en la que pensé que todo había terminado, que no tenía caso seguir viviendo en un mundo donde personas como yo eran juzgadas, personas que debían vivir con miedo y escondiendo su verdadera forma de ser por el temor al qué dirán.

No puedo decir que fue la única vez que lo hice, pero puedo decir que fue la primera en la que decidí autolesionarme para que el dolor que estaba sintiendo desapareciera; sin embargo, no fue así.

Me encontraba encerrado en el clóset intentando escapar de todo, viendo cómo empezaban a salir unas pequeñas manchas de sangre de mi muñeca, con un corazón sufriendo que intentaba escapar de todo lo que había ocurrido, hasta quedarme dormido, recuerdo entre sueños oír los pasos de alguien entrando.

𝓔𝓵 𝓪𝓶𝓸𝓻 𝓮𝓷 𝓽𝓲𝓮𝓶𝓹𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓸𝓼 𝓰𝓲𝓻𝓪𝓼𝓸𝓵𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora