08: ❝𝙃𝙖𝙡𝙡𝙤𝙬𝙚𝙚𝙣❞

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—¡Eso es injusto! —se quejó Mina desde el baño de mi habitación—

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—¡Eso es injusto! —se quejó Mina desde el baño de mi habitación—. Yo siempre te he invitado a fiestas y me dices que no. Ahora, él te invita y no dudas un momento en decir que sí.

—Porque no ir sería un poco grosero —dije—. Él me invito directamente y a ti es siempre a la que te invitan y yo sería la colada en esas situaciones.

Me coloqué otro poco de brillos en los ojos y me di un último vistazo en el espejo. Había optado por un disfraz de ángel: llevaba un vestido blanco completamente pegado a mi cuerpo, junto con unas pequeñas alas del mismo color y la típica corona de los ángeles.

Mina salió del baño y la mire fijamente: ella llevaba un top de mangas largas de rayas rojas y negras, una falda negra que apenas y le cubría el trasero y unas grandes botas que le llegaban casi a las rodillas. Se acercó a mi cama y tomo el sombrero negro que había dejado ahí. Iba disfrazada de una versión sexy de Freddy Krueger.

—Es exactamente lo mismo en esta situación —dijo mientras pasaba a mi lado para mirarse en el espejo.

—Claro que no, porque tú también eres amiga de Bakugou y cuando tú me invitas a tus fiestas son de personas que yo ni siquiera conozco.

—¡Está bien! Punto para ti, ¿feliz?

—Mucho —le sonreí con inocencia.

Una música movida nos interrumpió y nos asomamos por la ventana. Desde ahí se veían las luces de colores que adornaban la casa de Bakugou y los invitados llegando. Aunque viviera enfrente de él, se me había hecho tarde para arreglarme e iba una hora tarde.

—Será mejor que nos apresuremos —me dijo mi amiga—. Seguro que llegarán más personas y será más difícil entrar —entrelazó su brazo con el mío y me jalo fuera de mi habitación.

Antes de salir, nos despedimos de mi madre y se encargó de hacernos mil fotos juntas y ya después nos dejó ir en paz. Cruzamos la calle y llegamos a la dichosa fiesta, tocamos el timbre, esperando que nos escucharán, no sabíamos si pasarnos directamente así que mejor optamos por la opción educada. Al poco tiempo, Bakugou nos abrió: llevaba una camisa color vino con los primeros botones desabrochados, un pantalón negro, una capa del mismo color y lo acompañaba un hilo de sangre falsa que salía de su boca y estaba acompañada con unos afilados colmillos.

—¡Kayama, viniste! —dijo en cuanto abrió la puerta.

—¡Yo también estoy aquí, Bakugou! —se quejó mi amiga.

—Discúlpame, Mina. ¡Qué bien que ambas están aquí!

—Que mala manera de recibir a tus invitados —Mina lo empujo a un lado y entro a su casa.

—Creo que es un poco rencorosa —rio.

—Tranquilo, se le pasará en cuanto beba un poco de alcohol.

𝐘𝐨𝐮 𝐛𝐞𝐥𝐨𝐧𝐠 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐦𝐞 | Katsuki BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora