Verónica Stevens
Lunes.
Alex tocaba mi puerta como un loco desquiciado a las malditas 6:00 am. Me negaba a despertarme, no podía.
¿Por qué? Una palabra: lunes...
Es un día cuestionable, simple y sencillamente, lunes.
El problema no era eso, el problema era que eran las 6:00 am. Y no pensaba levantarme tan temprano.
Alex tocó la puerta con más insistencia y yo me envolví con todas las sábanas y cobijas, me puse una almohada encima y cerré los ojos de nuevo.
—Verónica Stevens, levántate ya. Hernández y Bianchi te están esperando—abri un solo ojo y vi que aún estaba oscuro, ya que era invierno y eso solo me dió mas flojera.
—Es muuuuy temprano, vuelve más tarde y me lo pienso.
Me volví a acomodar y cerré el ojo. La puerta se abrió y Alex se paró frente a mi, mirándome con frustración. Intercalando su mirada entre su reloj y yo.
—Roni...
Me di la vuelta, dándole la espalda y el camino hacia el otro lado de la cama, volví a girarme y el me jalo la cobija.
Sentí el frío al instante y lo mire mal.
—¡De verdad, como chingan, como joden, no dejan disfrutar el sueño de uno, de verdad! ¡Como joden!
El me miró con preocupación y disgusto a la vez.
—Deja las redes sociales por favor, ya te afectaron.
—Cállate, ridículo, ni teléfono tengo.
—Una semana sin el, wow, no te vayas a morir. Además, te estoy dando una mansión, una biblioteca, piscina, un laberinto de arbustos, lugares sin recorrer, tienes mucho en que entretenerte... pero bien te daré uno hoy en la tarde... Sin redes sociales.
Le saque el dedo medio y el me lo devolvió. Me levanté y fui hacia mi armario, el me siguió y mire su atuendo. Tomé unos pantalones tácticos azul marino, botas negras militares—que no sabía que tenía. El armario era un cajón de sorpresas—una camisa de manga larga negra y los dejé en mi mano.
—¿Que esperas? Ya van diez minutos de atrasó.
—Shu.
El rodó los ojos y salió. Me vestí rápidamente y me hice una coleta alta. Salí y Alex ni siquiera me dejó hablar cuando tiró de mi mano hacia abajo directamente. Al salir sentí el frío intenso que hacía, la casa estaba aclimatada, así que lo sentí más.
Me abracé a mi misma siguiendo a Alex hasta el campo de cuerpo a cuerpo.
Valeria tenía unos pantalones tácticos negros y una blusa corta sin mangas verde oscuro. Sonya vestía lo mismo solo que intercalado, tácticos verde oscuro y blusa negra, está si cubría su abdomen pero no sus brazos y me pregunté ¿Cómo es que no se morían de frío?
Ellas se veían tan tranquilas mientras yo me congelaba. Entonces note a Alex, el llevaba lo mismo que yo, solo que igual que las dos loquitas a mi lado, de manga corta.
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Mi obsesión enfermiza
NezařaditelnéEn mi desesperado intento por hacer al mundo arder el mío ardió con el. ...