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(Un día de tantos)
•Jungkook
–El sonido de los truenos y la lluvia, salpicando fuertemente en mi ventana, me despertaron del sueño que me había costado tanto conciliar.
Abrí mis ojos lentamente, adaptándome a la oscuridad que me rodeaba, por un momento pensé que todo había sido un sueño, que jamás me había marchado, que despertaría y podría ver de nuevo su hermosa sonrisa, sus ojos que con tan solo mirarlos me hacían olvidar el mundo entero, que podría escuchar su melodiosa risa, su voz llamándome, pero que triste era mi realidad.
A menudo perdía la cuenta, del tiempo que llevaba allí encerrado.
Otro trueno resonó por toda la habitación, seguido de un fuerte estallido que pareció haberse oído por todo el edificio. La poca luz que entraba por la esquina de mi ventana se esfumó, e inmediatamente escuché a los enfermeros por los pasillos caminando a pasos veloces y hablando entre ellos, me levanté de la cama para llegar hasta la puerta y así poder escuchar lo que decían, pegué mi oreja en la fría puerta de metal y me concentré para escuchar.
–Explotó uno de los fusiles principales de la electricidad, quién sabe hasta qué hora estaremos a oscuras.–comentó uno de los enfermeros.
–No me jodas, le había advertido al Dr.Park que esto podía pasar, este edificio es extremadamente viejo, le dije que teníamos que conseguirnos una nueva planta eléctrica para que nos suministrara la suficiente energía, en una ocasión como ésta.–respondió el otro.–Vamos, bajemos al sótano para ver si logramos encontrar la vieja planta eléctrica y roguemos por que funcione todavía.
Se escucharon los pasos alejándose, para que todo regresara a estar nuevamente en silencio, me regresé a la cama sentándome en ella.
–Si no hay electricidad las puertas deberían de estar abiertas, sin importar el toque de queda.–pensé.
Me levanté nuevamente y coloqué mi mano en la perilla de la puerta, la gire tan lentamente que apenas era perceptible algún sonido y efectivamente estaba abierta, asomé mi cabeza por el pasillo para asegurarme que no hubiese nadie y cerré la puerta de mi habitación tras de mí. El pasillo parecía ser infinito como de costumbre, la gran diferencia es que se veía aún más aterrador que otros días, las finas luces de emergencia corrían sin parar por la pared, dejando a penas un hilo de luz para poder distinguir tus pies de la oscuridad. Me habían dicho que nunca debía saltarme el toque queda, que pasara lo que pasara, escuchara lo que escuchara, no saliera de mi cuarto, pero vamos, ya estaba harto de estar allí, necesitaba distraerme de algo más que no fueran mis citas con el psiquiatra o mis pensamientos, porque si no, de verdad si me volvería loco de atar.
–Una miradita no le hace daño a nadie.–susurré.
Empecé a caminar sin rumbo, sin saber en realidad a dónde ir, el edificio contaba con 101 pisos y 3 torres, infinidad de pasillos y puertas, las cuales en su mayoría no tenían siquiera un cartel avisando que había detrás de cada puerta. Había escuchado muchos rumores acerca del Dr.Park, unos buenos y unos malos, la verdad no podía decir mucho de aquel doctor, conmigo hasta los momentos solo se limitaba a hacerme mis respectivas terapias. Terapias las cuales yo fingía que me hacían efecto o por lo menos me esforzaba en hacerle creer que cada vez estaba más cerca de "ser curado".
