/// Heridas del pasado \\\

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Un día, mientras practicaban un hechizo en un claro del bosque, Cedric no pudo contener más su curiosidad.

—Elara, ¿por qué eres así? Siento que te estás escondiendo detrás de una barrera que no me dejas cruzar. ¿Qué es lo que te ha hecho tan... fría?

Elara lo miró con una mezcla de dolor y resignación.

—Cedric, hay cosas que es mejor no saber. Mi pasado es una de ellas. No soy fría por elección, sino por necesidad. He perdido demasiado, y no quiero volver a pasar por lo mismo.

Cedric sintió que algo dentro de él se rompía. Quería ayudarla, hacerla sentir que no estaba sola, pero también entendía que no podía forzarla a confiar en él. Aún así, no podía simplemente rendirse.

—No sé lo que has pasado, Elara, pero sé que no tienes que cargar con ese dolor sola. No quiero que sientas que debes mantenerme a distancia. Quiero estar ahí para ti, no solo como un admirador, sino como alguien en quien puedas confiar.

Elara lo miró en silencio, y por primera vez, Cedric vio una lágrima rodar por su mejilla.

—Cedric, eres un buen hombre, pero mi corazón está encerrado en hielo, y no sé si alguna vez se descongelará. No quiero que pierdas tu tiempo tratando de cambiar eso.

Cedric tomó su mano con suavidad.

—No estoy tratando de cambiarte, Elara. Solo quiero que sepas que no estás sola. No tienes que estarlo, si no quieres.

Elara retiró su mano con delicadeza y dio un paso atrás.

—Gracias, Cedric. Pero no puedo darte lo que buscas. No puedo ofrecerte mi corazón, no porque no lo merezcas, sino porque ya no sé cómo amar.

Cedric sintió un profundo dolor en su pecho, pero también una comprensión que antes no tenía. Sabía que no podía forzar a Elara a sentir algo que ella no podía, y que sus intentos por conquistarla habían sido en vano.

A pesar de ello, Cedric continuó siendo su amigo, su confidente. Ya no intentaba impresionarla ni ganarse su amor, sino simplemente estar ahí para ella. Con el tiempo, su relación se convirtió en una amistad profunda, aunque siempre marcada por la tristeza de lo que nunca podría ser.

Amor y respetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora