Capitulo Cinco

113 20 0
                                    



Al llegar al pie de la escalera sin saber dónde iba, Fluke se encontró con Marcel, que lo condujo al comedor, donde la mesa ya estaba puesta. Fluke tomó asiento rápidamente, porque tenía apetito. Ya tenía hambre antes de acostarse con el príncipe, aunque en la cama no había hecho nada que le aumentara las ganas de comer.

Esa reflexión despertó su inseguridad. Se había limitado a estar tumbado como una estatua, más como un muñeco hinchable que como un compañero de cama. Se sintió muy avergonzado y seguía así cuando Ohm entró en el comedor.

–Me había olvidado de la cena –se disculpó él.

–Yo ni siquiera he comido.

–¿Por qué? –preguntó Ohm con ojos brillantes.

–Porque nadie parecía interesado en comer –contestó Fluke, fascinado por sus ojos.

Ohm frunció el ceño mientras Marcel llegaba con el primer plato.

–Deberías haber dicho que querías comer.

Fluke se tensó ante la velada crítica y miró el plato.

–Suelo estar de acuerdo con lo que decide la mayoría e intento adaptarme.

Se removió en la silla y notó una molestia nueva en su cuerpo. Al recordar a qué se debía ese dolor íntimo se sonrojó hasta la raíz del cabello. Comenzó a comer a toda prisa esforzándose en olvidar el recuerdo del poderoso cuerpo de Ohm deslizándose sobre él y en su interior, la emoción que se había apoderado de él y el placer que había experimentado.

Cuando Marcel les llevó el segundo plato, alzó la cabeza intentando distraerse de tales pensamientos.

–Tus ojos verdes no son habituales –dijo. Se estremeció al ver que esos ojos extraordinarios se iluminaban de sorpresa.

–Los he heredado de mi madre. No sé de quién lo heredó ella ni si alguien más de su familia los tiene porque no tengo relación con ninguno de ellos.

–Y eso, ¿por qué? –preguntó Fluke, incapaz de disimular su interés.

–¿De verdad que no sabes nada de mí? Mi madre se fue con otro hombre seis meses después de mi nacimiento y nos abandonó a mi padre y a mí. Su familia se ofendió cuando mi padre dijo lo que pensaba de su comportamiento.

–Eso debió de ser muy duro para vosotros. ¿Cómo es criarse dividido entre dos progenitores? Supongo que se divorciarían.

–Sí, se divorciaron, pero no tengo ningún recuerdo de ella. No quiso volver a verme. Borró su primer matrimonio de su vida como si no hubiera tenido lugar.

Fluke se estremeció.

–Debió de ser muy triste para ti.

–En realidad, no lo fue. Tenía tres hermanastras mucho mayores que se dedicaron a cuidarme, en lugar de ella. –¿Eran muy mayores?

–Eran hijas del primer matrimonio de mi padre y ahora tienen más de sesenta años. Me mimaron por ser el varón y heredero del trono que todos esperaban. Tengo mucho que agradecerles.

Le había explicado su historia con tanta lógica y calma que sintió envidia, consciente de que a él le solía avergonzar la suya. Le lanzó una mirada irónica.

–Te darás cuenta de que estamos hablando de todo menos del asunto más importante.

–No quiero que se te indigeste la comida hablando de nuestro matrimonio –dijo él, muy serio.

Fluke lo miró, cautivado por sus ojos que brillaban como esmeraldas en su oscuro rostro, y soltó una carcajada.

–Así que tienes sentido del humor.

Príncipe por accidenteWhere stories live. Discover now