Capitulo Dos

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Un pequeño grupo esperaba al novio en la antigua y esplendorosa estancia, rodeada de arcos y columnas. Bajo uno de ellos había un hombre anciano, al lado de otro, más alto, que quedaba en la sombra. Otros dos hombres ancianos se hallaban al lado de una mesa y al otro extremo de la habitación estaban Rupert y Elizabeth Natouch.

Rupert frunció el ceño en cuanto vio a Fluke y avanzó hacia él.

–Tú no tenías que estar en la ceremonia. ¿Dónde está Luke?

–Se ha ido... –contestó Fluke con la boca seca.

–¿Que se ha ido? ¿Dónde?

Ohm observaba de lejos preguntándose qué sucedía. Parecía que el novio había llegado, pero el padre estaba enfadado y sus preguntas eran lo suficientemente explícitas. ¿Quién era la persona que suplantaba a su novio?

Estuvo a punto de echarse a reír al comprobar que la mala suerte de la familia Basara con los cónyuges continuaba en su generación. Vio a su padre impaciente y le tradujo lo que Rupert había dicho.

–El novio se ha ido –murmuró en su lengua–. Esa persona es otra.

–Se ha ido para tomar un vuelo de vuelta a casa y debe de estar en el avión. No quería casarse –dijo Fluke a toda prisa.

–¡Desgraciado! ¡Le has ayudado a escaparse! –grito su tía Elizabeth atravesando la estancia con la mano levantada como si fuera a pegarle.

–Nada de violencia ante el emir –dijo una voz masculina, grave y con acento.

Fluke miró sorprendido al joven alto que se les había acercado silenciosamente. Había agarrado la mano de su tía antes de que pudiera llegar a su rostro y la soltó con desdén ante semejante comportamiento.

Y lo primero que pensó Fluke fue que Luke sentiría mucha rabia si veía una foto del novio al que había abandonado.

El alto y fornido joven, vestido con la túnica bordada y los pantalones tradicionales, era guapísimo. Tenía el cabello negro, ojos verdes, largas pestañas y pómulos marcados. Su piel era de color café con leche, sobre una estructura ósea espectacular. La nariz recta, la mandíbula fuerte y la boca sensual completaban el cuadro. Era tan guapo que Fluke se limitó a contemplarlo, sin decir palabra, como si fuera un extraterrestre.

–¡Cállate, Elizabeth! –exclamó Rupert–. ¿Cuánto hace que Luke se ha marchado?

–Hace horas –contestó Fluke.

El hombre anciano comenzó a hablar de forma airada en su lengua. Ohm miró divertido al novio que no lo era. Sentía alivio, que recobraba la libertad. Este chico era pequeñito, de grandes ojos azules y una melena castaña que casi les llegaba a los ojos. Las personas encargadas de prepararlo le habían puesto tanta ropa encima que parecía un montículo de ropa andante.

–¿Y tú quién eres? –le preguntó con curiosidad.

–Fluke, soy primo de Luke.

–Que es el diminutivo de...

–Fluke.

–¿Te llamas igual que el verdadero novio? –Ohm hizo una mueca–. ¿Hay escasez de nombres en tu familia? –preguntó con total despreocupación, ajeno a los arrebatos de ira del resto de los presentes.

Su tío lo agarró del codo y lo alejó del príncipe.

–Quiero hablar contigo. Se te ve «desesperado» por haber tenido que ocupar el lugar de tu primo. Le has ayudado por eso, ¿verdad? La tentación te ha vencido. Pensar en la ropa, las joyas y las vacaciones de las que disfrutarías... Podrías gozar del elevado nivel de vida con el que siempre has soñado, deshaciéndote de Luke.

Príncipe por accidenteWhere stories live. Discover now