Capítulo 9: En su Calabozo

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Y su mano continuó tocándome la verga... en el pasillo del supermercado. Scarlett no daba señales de detenerse en lo que hacía, como si fuera más que declarada su intención de provocarme.

Sus dedos rozaban la tela de mi pantalón, la cual escondía mi potente erección que a cada rato se hacía más y más sensible.

En cada momento pensaba una sola cosa: lo que pasaría si alguien nos descubriera, pues estábamos en un lugar demasiado público. Era más que evidente que ni aún con todas las excusas del mundo Scarlett podría esconder lo que hacía conmigo.

De repente, ella se detuvo. Sentí cómo su cálida respiración rozaba mi oído.

- ¿En serio creíste que yo te estaba dominando? —preguntó la pelirroja, burlonamente— Qué tonto eres, Charles...

Procedió a retirarse de mi cuerpo.

- ¿Qué? —le pregunté, confundido— ¿A qué te refieres? Actuaste como si estuviéramos jugando

- ¿Acaso tienes el collar puesto? Recuerda una de nuestras reglas más básicas: sin collar no hay juego. Si tú me obedeciste fue porque quisiste y ya. Yo sólo estaba divirtiéndome contigo

Agarró el carrito de compras y caminó lentamente.

- Puede parecerte una trivialidad —continuó ella—, pero recordar las reglas de nuestro juego te hará bien...

Me quedé callado, mirando a Scarlett agarrar tranquilamente cada artículo que le apetecía y echarlo en el carrito.

Simplemente suspiré y seguí ayudándola con las compras.

Tiempo después, llegamos a la casa de Scarlett. Dejé las compras donde ella me pidió.

Yo estaba exhausto al cargar tantas cosas, por lo que me senté en el sofá con tal de descansar.

- Iré a bañarme —avisó la pelirroja—. No te comas toda la comida de la nevera... y no entres al baño o te cortaré las pelotas

Dicho esto, subió las escaleras, dejándome solo en la sala.

Aprovechando su ausencia, saqué de mi bolsillo el papel que Audrey me había dado en el supermercado.

En el papel estaba su número. Obviamente esa mujer quería que yo la agregara para chatear, y no le vi problema a eso, pero... cuando vi su número no pude evitar sospechar si ella en realidad quería hablar conmigo por motivos ajenos a mi persona....

Podría parecer exagerado, pero me entristecía imaginar que una amiga tan encantadora como Audrey en el fondo sea como una de esas mujeres que buscan a uno solamente por algún propósito y después se hacen las desentendidas para no hablar nunca más.

Bueno, supongo que son demasiados traumas con el género femenino.... Tampoco es que me cueste algo hablarle a Audrey de manera amena y casual.

Decidí agregarla y mandarle mensaje.

- Hola, soy Charles. Ya te agregué

- ¡No me digas, microbio! Pensé que era un fantasma el que me escribía. Pero ya, ¿qué cuentas de ti? ¿Alguna novedad el día de hoy?

- No mucho.... Ayudé a Scarlett con las compras, fueron muchas...

- Vaya, eso significa que tus brazos están fuertes. ¿No?

- Tampoco así. No hago tanto ejercicio como tú

- Deberías. Te vendría bien. Además, cuando trabajábamos juntos sabía que siempre me mirabas el abdomen

Tragué saliva al leer eso.

- Pero tampoco te avergüences —continuó ella—. Se siente bien que alguien me vea de esa manera...

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