POV SANEMI
Los días asignados para mi turno habían terminado, pero algo dentro de mí me empujaba a seguir yendo a la finca de Giyuu. No era solo un deber impuesto por el patrón, sino una necesidad personal de asegurarme de que Giyuu estuviera bien. Había algo en su soledad que me hacía querer estar allí para él, aunque no pudiera admitirlo abiertamente.
La mañana después de mi último turno oficial, me dirigí nuevamente a la finca de Giyuu. Al llegar, lo encontré bajo el mismo árbol, pero esta vez, su mirada no reflejaba la misma sorpresa de antes. Parecía que me estaba esperando, como si supiera que volvería. Nos sentamos y continuamos con nuestras conversaciones en señas, que ahora eran más fluidas y naturales.
A lo largo de las visitas, noté que Giyuu se relajaba más en mi presencia. A veces, traía dos tazas de té y nos sentábamos en silencio, disfrutando de la compañía mutua. Aunque no habláramos, había una conexión creciente entre nosotros. Empecé a llevar libros nuevos para él, y ver su rostro iluminarse al recibirlos me daba una extraña sensación de satisfacción.
Un día, mientras practicábamos más señas, Giyuu me mostró cómo se sentía a través de gestos y expresiones. Me contó sobre sus miedos y su soledad, y yo lo escuché con una atención que rara vez le daba a alguien. Me di cuenta de que había comenzado a entender sus sentimientos más allá de las palabras.
Cada visita me enseñaba algo nuevo, no solo sobre el lenguaje de señas, sino sobre la persona que era Giyuu. Era un guerrero fuerte y reservado, pero también alguien que necesitaba compañía y comprensión. Empecé a apreciar su fortaleza y su vulnerabilidad, y me comprometí a ser alguien en quien pudiera confiar.
A medida que los días se convertían en semanas, nuestras visitas se volvieron una rutina no oficial. Nadie más sabía de ellas, y yo no sentía la necesidad de contárselo a nadie. Simplemente era algo que hacía, algo que se había vuelto importante para mí. Y aunque mi fachada de dureza seguía intacta ante los demás pilares, con Giyuu, encontraba un lugar donde podía ser un poco más humano.
Cada despedida era más difícil, y cada mañana anticipaba el momento de volver a verlo. No sabía cuánto tiempo continuaría con estas visitas, pero por ahora, sabía que era lo correcto. Estar allí para Giyuu, sin ninguna obligación formal, se había convertido en una parte esencial de mi día.
Era una tarde tranquila cuando volví a la finca de Giyuu, como ya se había vuelto costumbre. El sol estaba comenzando a ponerse, pintando el cielo de tonos naranjas y rosados. Al llegar, encontré a Giyuu sentado bajo su árbol favorito, con un libro en las manos. Me acerqué y, sin decir nada, me senté a su lado.
Pasamos un rato en silencio, algo que ya se había vuelto una forma de comunicación entre nosotros. Después de un tiempo, Giyuu cerró su libro y me miró con una expresión que nunca antes había visto en él. Con movimientos lentos y cuidadosos, comenzó a hacer señas.
"Oye, no es que quiero ser maleducado, pero es que nunca me diste tu nombre y no lo puedo escuchar. ¿Me lo podrías escribir o decir en señas?" dijo en lenguaje de señas, su rostro reflejando una mezcla de tristeza y necesidad.
Asentí y, con el lápiz y el cuaderno que Shinobu me había dado, escribí mi nombre. "Sanemi Shinazugawa," anoté con claridad, asegurándome de que pudiera leerlo bien. Giyuu miró el nombre y asintió, como si estuviera grabándolo en su memoria
"Sanemi... ¿puedo hablar contigo?" dijo en lenguaje de señas, su rostro reflejando una mezcla de tristeza y necesidad.
Asentí, prestándole toda mi atención.
Giyuu comenzó a hablar, usando tanto señas como su voz baja y suave. "Estoy... cansado. No solo físicamente, sino emocionalmente. Siempre he estado solo... Desde que mi hermana y mi mejor amigo murieron. No sé por qué sigo luchando... A veces siento que no puedo más."
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Una voz silenciosa {sanegiyu}
FanfictionEsta es una au dónde giyuu es sordo Esta historia contiene: depresión, autolesiones y chico x chico