Capítulo 10 (final)

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Un mes después de la noche en que Sanemi y Giyuu compartieron su momento íntimo, la tranquilidad en la finca y en el mundo de los cazadores de demonios se vería alterada por eventos inesperados. La paz que Sanemi y Giyuu habían disfrutado se vería interrumpida por la llegada de una amenaza mucho mayor.

Yami, que había estado desaparecida por un tiempo, había seguido un oscuro camino que la llevó a convertirse en una demonio. Su transformación no solo le otorgó un poder temible, sino también una motivación de venganza contra quienes había visto como sus enemigos.

Una noche, mientras la luna llena iluminaba el cielo, Yami se presentó ante sus antiguos aliados. Había cambiado drásticamente: sus ojos ahora reflejaban un brillo demoníaco, y su presencia estaba impregnada de una energía oscura y amenazante.
Se presentó en un lugar secreto, uno que conocía bien, donde había planeado su siguiente movimiento. Con una sonrisa maliciosa, reveló su nuevo poder y sus intenciones a los presentes.

—He regresado para hacer justicia —dijo Yami, su voz resonando con un eco inquietante—. Y no lo haré sola. He desvelado el escondite de Kagaya Ubuyashiki.
La revelación dejó a todos en shock.

Yami había traicionado a los cazadores de demonios y estaba dispuesta a entregar la ubicación del patrón a Muzan Kibutsuji, el Rey de los Demonios. La noticia corrió como la pólvora, y en poco tiempo, los cazadores de demonios se prepararon para la batalla.

( Y pues ahí ya sabe todo lo que pasó y la batalla final los que no saben pues se joden y los que sí saben pues ajá)

Comunicación después de la batalla

Después de la batalla final, Giyuu y Sanemi se encontraban en un espacio tranquilo, alejados del bullicio y del caos que había dejado la lucha. La pérdida de Sanemi de tres dedos y Giyuu de un brazo había cambiado significativamente la forma en que podían comunicarse, haciendo que las interacciones cotidianas se volvieran un desafío adicional.

Sanemi, intentando encontrar una manera de adaptarse a su nueva situación, se sentó junto a Giyuu en un lugar cómodo. Aunque sus heridas físicas dificultaban el movimiento, su determinación de comunicarse con Giyuu permanecía intacta. Utilizaron una libreta y un bolígrafo, ya que escribir se había convertido en una forma efectiva de transmitir sus pensamientos.

Giyuu, sentado cerca, también estaba equipado con una libreta, su mano restante moviéndose con cuidado mientras escribía. Aunque solo tenía un brazo, la habilidad que había desarrollado en la escritura le permitía expresarse con relativa facilidad. Ambos habían aprendido a usar sus herramientas de comunicación con rapidez y eficiencia.

Sanemi, con su libreta en la mano y un bolígrafo con el que podía escribir con cierta dificultad, miró a Giyuu con una expresión de concentración. Comenzó a escribir una pregunta en la libreta, los movimientos de su mano reflejando la incomodidad que sentía por la pérdida de los dedos.

Sanemi: ¿Cómo te sientes hoy?

Giyuu, mirando el escrito de Sanemi, tomó su libreta y bolígrafo. Aunque el brazo que le quedaba estaba cansado, se esforzó por escribir su respuesta con claridad.

Giyuu: Estoy adaptándome. Es difícil, pero puedo manejarlo. ¿Y tú?

Sanemi leyó la respuesta de Giyuu y sonrió, apreciando el esfuerzo que ambos estaban haciendo para comunicarse. Con un gesto de asentimiento, escribió su propia respuesta.

Sanemi: Me cuesta un poco hablar, pero estoy bien. Me alegra que estemos juntos.

Giyuu, con una sonrisa que reflejaba gratitud y afecto, escribió de vuelta.

Giyuu: Yo también. Lo importante es que estamos aquí para apoyarnos.

Ambos continuaron escribiendo en sus libretas, intercambiando pensamientos y sentimientos. Aunque la falta de un brazo y los dedos impedían la comunicación verbal rápida y fluida, la escritura les permitió expresar sus emociones y mantener una conexión profunda.

Una voz silenciosa {sanegiyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora