Capítulo 9

96 5 23
                                    


Después de todo lo que habían pasado, tanto Giyuu como Sanemi sabían que necesitaban un momento para disfrutar de la tranquilidad y el amor que compartían. Una tarde, Sanemi decidió sorprender a Giyuu con una cita especial, lejos de las responsabilidades y preocupaciones que los habían acompañado durante tanto tiempo.

Sanemi había escuchado sobre un pequeño lago escondido en medio del bosque, un lugar conocido por su serenidad y belleza natural. Decidió que sería el lugar perfecto para llevar a Giyuu, un lugar donde podrían estar solos, rodeados por la naturaleza.

Al atardecer, Sanemi llevó a Giyuu al lago. Al llegar, Giyuu se detuvo, maravillado por la vista que se desplegaba ante él. El sol se estaba poniendo, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa que se reflejaban en las aguas tranquilas del lago. Los árboles que rodeaban el lago creaban un ambiente íntimo y protegido, como si el mundo exterior no pudiera alcanzarlos allí.

Sanemi, viendo la expresión de asombro en el rostro de Giyuu, sonrió y tomó su mano, guiándolo hacia la orilla del lago donde había preparado un pequeño picnic. Sobre una manta extendida en el suelo, había colocado algunos platos sencillos, pero llenos de cariño: arroz, pescado asado, y frutas frescas que había recogido por la mañana.

—Pensé que te gustaría un lugar tranquilo, solo para nosotros dos —señó Sanemi, sus movimientos tranquilos mientras observaba a Giyuu.

Giyuu asintió, agradecido, y se sentó junto a Sanemi en la manta. A través de las señas, agradeció a Sanemi por haber pensado en él de una manera tan especial.

—Este lugar es hermoso, Sanemi. No sé cómo encontraste algo tan perfecto, pero... estoy muy feliz de estar aquí contigo —señó Giyuu, sus ojos brillando con sinceridad.

Comieron en silencio, disfrutando del momento. El sonido suave del agua y el canto de los pájaros acompañaban su cena, creando un ambiente relajante. Sanemi, que normalmente era brusco y directo, se mostró más suave y atento, asegurándose de que Giyuu estuviera cómodo y feliz.

Después de la cena, cuando el sol ya casi había desaparecido por completo y solo quedaba el resplandor dorado del atardecer, Sanemi se levantó y extendió su mano hacia Giyuu.

—¿Te gustaría dar un paseo conmigo? —señó Sanemi, su expresión serena pero con una chispa de emoción en sus ojos.

Giyuu tomó su mano sin dudarlo, levantándose para caminar junto a él. Pasearon por la orilla del lago, con las manos entrelazadas, disfrutando de la compañía del otro sin necesidad de palabras. De vez en cuando, Giyuu se detenía para observar las luciérnagas que comenzaban a aparecer, iluminando la oscuridad que empezaba a caer.

Finalmente, llegaron a un pequeño muelle que se adentraba en el lago. Sanemi se sentó en el borde, dejando que sus pies colgaran sobre el agua, e hizo un gesto para que Giyuu se uniera a él. Giyuu se sentó a su lado, apoyando su cabeza en el hombro de Sanemi mientras observaban el reflejo de las estrellas en el agua.

El silencio entre ellos era cómodo, lleno de comprensión mutua. Sanemi rompió el silencio primero, levantando su mano para hacer señas con lentitud, como si saboreara cada palabra.

—Giyuu, quiero que sepas lo mucho que significas para mí. He pasado mucho tiempo enfocado en ser fuerte, en luchar... pero contigo, aprendí que la verdadera fortaleza no está solo en el combate, sino en ser capaz de abrirse y amar a alguien. Te amo, Giyuu, más de lo que puedo expresar —señó Sanemi, su mirada fija en las estrellas, aunque cada palabra estaba dirigida a Giyuu.

Giyuu levantó la cabeza, sus ojos llenos de emoción. Le tomó un momento para responder, asimilando las palabras de Sanemi, sintiendo cómo el amor que compartían los envolvía por completo.

Una voz silenciosa {sanegiyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora