Capítulo 8

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POV NARADOR

La luz de la luna brillaba suavemente sobre la mansión de los cazadores de demonios. Sanemi y Giyuu, que llevaban meses juntos, compartían un momento tranquilo en el jardín, disfrutando de la serenidad de la noche. Sanemi, aunque siempre rudo y malhumorado con los demás, mostraba una ternura inusual con Giyuu, quien, a pesar de su seriedad y naturaleza reservada, encontraba paz en la compañía de Sanemi.

Desde las sombras, una figura observaba con ojos llenos de envidia y malicia. Yami, una joven cazadora con habilidades excepcionales, pero con un corazón oscuro, no podía soportar ver a los dos juntos. Siempre había tenido sentimientos por Sanemi, pero él nunca le había prestado atención, lo que la llenaba de ira y resentimiento.
Decidida a arruinar la relación, Yami se acercó silenciosamente. Su expresión era dulce y amistosa, pero en su mente tramaba cómo separar a la pareja. Se sentó junto a ellos, fingiendo una sonrisa, y comenzó a hablar.

—Sanemi, Giyuu —dijo, mirando a ambos con ojos inocentes—, me alegra tanto verlos juntos. Aunque... hay algo que creo que deberías saber, Sanemi.

Sanemi arqueó una ceja, claramente desconfiado, pero Giyuu, incapaz de escuchar, simplemente observaba la interacción.

—¿Qué quieres, Yami? —respondió Sanemi, su voz fría y su postura defensiva.

—No es nada importante, solo... escuché rumores. Ya sabes cómo es la gente —dijo Yami, inclinándose un poco hacia Sanemi, asegurándose de que Giyuu no pudiera entender sus palabras—. Dicen que Giyuu ha estado... hablando con otra persona, alguien del cuerpo. No sé si es cierto, pero pensé que deberías saberlo.

Sanemi frunció el ceño, su mirada se endureció. Era obvio que las palabras de Yami estaban destinadas a sembrar dudas en su corazón. Giyuu, sin embargo, captó la tensión en el rostro de Sanemi y le tocó suavemente el brazo, buscando consuelo.
Sanemi miró a Giyuu y, por un momento, las palabras de Yami hicieron eco en su mente. Pero luego recordó los momentos que habían compartido, la confianza que había construido con él. Se dio cuenta de que lo que Yami decía no tenía sentido. Giyuu nunca le había dado razones para dudar de él.

—Yami —dijo Sanemi, con un tono amenazante—, no sé qué estás intentando, pero Giyuu es alguien en quien confío más que en nadie. Así que si tienes algo que decir, dilo de frente.

Yami retrocedió, sorprendida por la reacción de Sanemi. Sus intentos de sembrar discordia habían fallado, y ahora enfrentaba la mirada asesina de Sanemi.

Días después del primer intento fallido de Yami por separar a Sanemi y Giyuu, la tensión en la mansión se había calmado un poco. Sin embargo, Yami no se daba por vencida. Decidida a arruinar la relación, ideó un plan aún más atrevido.

Era una tarde tranquila, y Sanemi estaba entrenando en el patio, mientras Giyuu, descansando después de una misión reciente, se encontraba en el jardín, disfrutando de la serenidad. Sanemi podía verlo desde donde estaba, lo que le daba una sensación de seguridad al saber que Giyuu estaba cerca.

Yami, observando a Giyuu desde una distancia segura, esperó el momento adecuado. Aprovechando que Sanemi estaba concentrado en su entrenamiento, se acercó sigilosamente a Giyuu. Él, al no poder escuchar sus pasos, no notó su presencia hasta que fue demasiado tarde.

De repente, Yami se inclinó hacia Giyuu y, sin darle tiempo de reaccionar, lo besó en los labios. Giyuu se quedó helado, sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa y la incomodidad. Sanemi, al levantar la vista, vio la escena a lo lejos, y por un momento, su corazón se llenó de ira. Sin embargo, algo en la reacción de Giyuu lo detuvo de explotar en ese instante.

Giyuu, claramente confundido y disgustado, apartó a Yami de un empujón, su mirada llena de confusión y rechazo. Sanemi corrió hacia ellos, sus ojos ardiendo con furia.
—¿Qué demonios estás haciendo, Yami? —rugió Sanemi, poniéndose entre Giyuu y ella, sus manos cerradas en puños.

Una voz silenciosa {sanegiyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora