Capítulo 40

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Inuyasha

Sonrío mirando el rostro malhumorado de Kagome quien está rabiando como una niña pequeña. Kuro está suspirando pareciendo que trata con una niña de 5 años y no con una mujer adulta, pero es que Kagome no entiende que cuando el doctor dijo que debía tener reposo absoluto, para nosotros es que ella no haga no un solo esfuerzo, cosa que la mantiene de mal humor, porque ya conocemos a Kagome, parece que nunca puede estarse quieta mucho tiempo.

La vemos apretar los labios, luego me tenso cuando veo como sus bonitos ojos se llenan de lágrimas y sus labios son un puchero adorable. En las últimas semanas ha ganado el peso que perdió, así que sus mejillas vuelven a estar llenas y sonrojadas, parece una pequeña ardillita, siempre me encuentro con ganas de estrujarlas, pero con el humor que se carga últimamente es imposible.

Los pies se le hinchan con facilidad así que ella siempre tiene mal humor, también porque no encuentra una posición cómoda para dormir, es por eso que siempre tiene esa lengua venenosa que al parecer solo yo logro calmar, de vez en cuando, cuando su mal humor está dispuesto hacia mí, nada puedo hacer.

—Hey. Hey, ¿por qué esa carita?—cuestiono acercándome a ella, el labio inferior sobresale cuando me mira.

—No quiero estar en cama—casi quiero reírme porque mi esposa embarazada es la persona más bonita de todas. No negaré que me encanta verla así, con el vientre enorme. Kagome se ve preciosa de esa manera.

En las últimas semanas las pesadillas han disminuido, poco a poco Kagome está saliendo adelante y sonríe tanto como puede, aunque las hormonas la tienen muy sensible. Llora por cualquier cosa y luego se enoja porque ella no es tan llorona, a veces mi vida si corre peligro, como cuando se me escapó una risa por lo absurdo que era toda la discusión que teníamos, Kagome me lanzó el cepillo con el que peinaba su cabello, si no tengo buenos reflejos creo que hubiese salido herido. El problema vino cuando se dio cuenta de lo que hizo, entonces sí que nadie pudo detener que llorara a mares, duró llorando como dos horas y luego. Cuando se calmó, estuvo riéndose sin parar.

Aunque amo verla embarazada, ya quiero que nuestros bebés nazcan. Aun no le he hablado a Kagome de Naomi, primero fue porque todo había sido muy reciente y sé que lo que Kagome vivió con la maldita de Abi fue traumático para ella. Hay momentos en los que se queda mirando la nada y parece como una muñeca vacía, fue por eso que pensé en proponerle tomar terapias de nuevo, pero Kagome ya lo había pensado y me lo comentó.

Su terapeuta está viniendo dos veces a la semana, se encierran en el despacho de Kagome a hablar, ninguno de nosotros la molesta en esa parte, pero sabemos que le hace bien hablar con ese hombre. Poco a poco nos recuperamos de todo lo que ha pasado.

—Quiero salir—es todo lo que dice.

—Kagome—le advierte Kuro.

—Quiero salir, quiero salir, quiero salir—vuelve a decir y hablar con ella se siente como hablar con una niña.

Travieso AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora