Capítulo 33

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Siento nauseas ante lo que me dan de comer, pero como sea, como un poco tratando de soportar las arcadas, los ojos de Abi están observándome con fascinación, como si la sola idea de que yo ingiera comida le da a ella un sentimiento distinto al que...

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Siento nauseas ante lo que me dan de comer, pero como sea, como un poco tratando de soportar las arcadas, los ojos de Abi están observándome con fascinación, como si la sola idea de que yo ingiera comida le da a ella un sentimiento distinto al que sienten otros. Ella acaricia mi cabello despacio, está a mi lado en silencio. Así ha permanecido los últimos dos días. Se sienta a mi lado por horas, acaricia mi cabello y luego se aleja. Prefiero esa rutina a que esté golpeándome, la última vez sentí un miedo horrible pensando que en un punto golpearía mi vientre y les haría daño a mis bebés.

Termino a duras penas lo que como y ella retira el embace de comida de mis manos para levantarse y caminar con tranquilidad. Desde la mañana no he visto a Koga, no es como si quisiera hacerlo, pero cuando estamos solas, cuando no menciono a nadie, Abi es más mansa. Estoy en estos días tratando de ver cómo manejar sus emociones volátiles porque de pasar de ser una dulce palomita, Abi se transforma en una fiera. A veces siento que ella tiene múltiples personalidades, esta mujer está desquiciada de verdad.

—Abi... ¿podrías sacarme un rato?—cuestiono despacio—no sé cuánto tiempo llevo aquí, pero me duele todo el cuerpo y si no camino, mis pies estarán doliendo mucho más. No me gusta estar tanto tiempo en cama, prometo que me comportaré, solo déjame salir un momento por favor—Abi me observa despacio y se queda en silencio.

La veo salir y no venir por mí. No miento, esta cama es incomoda y como estoy encadenada, buscar una posición que no moleste es un desafío, más ahora que mi vientre está tan crecido, cada día que pasa parece más grande. Lo único que me mantiene cuerda es la manera en cómo mis bebes se mueven dentro de mi vientre recordándome que por ellos lucho, que por ellos es que estoy haciendo todo esto.

También es un recordatorio que no importa la situación en la que esté, una parte de mi esposo está acompañándome aun a la distancia. Que Inuyasha está aquí recordándome que debo luchar para volver con él, así que es momento de actuar.

Sinceramente no sé cuánto tiempo ha pasado, los días se me han ido porque, en primer lugar, ni siquiera sabía cuánto tiempo estuve inconsciente cuando me trajeron, así que estoy algo desactualizada. Tampoco he visto ya sea a Koga o a Abi, un teléfono. Aquí no hay radio, ni televisión. Ellos me tienen lo suficientemente apartada del mundo como para que no sepa qué ocurre afuera.

Abi vuelve con una sonrisa calmada, todos sus gestos del día me dicen que estoy frente a la Abi que me cuida, no la loca que quiere acabar conmigo. Ella viene con unas esposas y unas llaves. Se agacha y me quita las cadenas de las piernas y luego las de las manos. Me coloca las esposas y sonríe.

—Levántate, daremos un paseo—comenta con tranquilidad. Asiento despacio y me levanto. Hago una mueca de dolor ante el cambio. Mis piernas se sienten débiles por todos los días que he pasado postrada en la cama, todo mi cuerpo se siente débil y creo que eso fue lo que ellos buscaban, aunque me estén alimentando y cuidando, me tienen débil para estar a su merced.

Travieso AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora