1

67 9 0
                                    

El ir a un pueblo diferente, especialmente aquel en el que creció, es una decisión sabia. Adaptarse a sus costumbres, no enfadar a los locales, y, por muy extraño que suene, no meterse con las leyendas que habitan ese lugar son reglas básicas que Taehyung entiende bien.

Pero él no iba en busca de leyendas ni historias extrañas. Solo quería pintar, demostrar que tenía talento para expresar sentimientos a través de sus obras. En su familia, todos, al menos una vez, habían plasmado algo en un lienzo, incluso una flor, y logrado transmitir emociones con sus pinceladas.

El pequeño pueblo en las costas de Corea del Sur sería su destino. Eso, claro, si su madre finalmente le daba permiso para ir.

—Mi respuesta es no.
—¡Deja de ser tan obstinada, mamá! Déjame ir.
—No, Taehyung, no te dejaré ir.

Aunque tenía 21 años, aún debía pedir permiso para salir lejos de casa. Era una costumbre familiar que a veces resultaba demasiado frustrante.

—Voy a ir, mamá.

Su madre, a pesar de ser ya mayor, tenía un aspecto joven y un carácter fuerte. Miró a Taehyung con una mezcla de enojo y determinación. Dejó lo que estaba haciendo, lo tomó de la oreja y lo arrastró hasta su habitación.

—¡No vas a ir, y punto!
—¡Mamá!
—Nada de "mamá", Taehyung. Te dije que no.

Cerró la puerta de un golpe, dejando tras de sí un incómodo silencio.

¿Cómo podía esa mujer ser su madre? Él era tranquilo, calmado, incapaz de buscar problemas. Ella, en cambio, era todo lo contrario. Pero necesitaba irse, no podía quedarse atrapado. Este viaje no era un capricho; era su oportunidad para encontrar su arte, su propósito.

Suspiró profundamente, decidido. Caminó hacia su armario y sacó un bolso espacioso. Guardó ropa, un poco de comida y el dinero que había ahorrado para este momento. Algo en su interior le decía que terminaría escapando, tarde o temprano.

No le gustaba desobedecer a su madre; la amaba profundamente y sabía que todo lo que hacía era por su bien. Pero esta vez era diferente. Necesitaba encontrarse a sí mismo, igual que ella había encontrado su camino, igual que sus abuelos y generaciones pasadas lo habían hecho.

Tomó papel y tinta, y escribió una nota rápida para tranquilizarla:
"Mamá, estaré bien. Lo prometo."

Observó su habitación una última vez. Luego, se calzó los zapatos, abrió la ventana con cuidado y salió al exterior.

—Adiós, mamá... te amo.

Cerró la ventana detrás de él y se alejó en silencio. Caminó por los largos campos que rodeaban su hogar hasta llegar a las vías principales. Necesitaba salir de Japón lo antes posible.

A las 6:30 p.m., una hora después, estaba exhausto. El cielo se tornaba oscuro, anunciando la llegada de la noche. Se sentó a un lado de la carretera, lejos del tránsito, para descansar un poco.

—¿Estás perdido, chico?

La voz grave de un hombre mayor lo sacó de sus pensamientos. Era alto, con una barba poblada y una expresión amable.

—No hables con desconocidos, ¿verdad? —añadió el hombre al ver que Taehyung no respondía.

Taehyung asintió. Aunque ya era adulto, los consejos de su madre seguían resonando en su mente.

—¿A dónde vas? —preguntó el hombre. Luego, sonrió y continuó—. Vamos, no soy mala persona. Tengo esposa y dos hijas hermosas.

—Necesito ir a Corea.

El hombre pareció sorprendido, pero rápidamente recuperó la compostura.

—Voy cerca del aeropuerto de Narita. Puedo dejarte ahí —dijo mientras se colocaba una gorra, aunque ya era de noche—. ¿Vienes?

Taehyung tenía dos opciones: aceptar la ayuda de un extraño o rechazarla y seguir solo.

—Sí... gracias.

Sin mirar atrás, subió al auto, con la sensación de que su aventura apenas comenzaba.


Diario Y Pintura | VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora