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Por ahora, todo estaba bastante bien. Estaba hospedado en un pequeño hotel, llevaba bien con los inquilinos y vecinos, y solo había pasado un día.

Al fin y al cabo, era 1989, ¿qué tan malo podría pasar?

Sacó su libreta y lápiz, se colocó el walkman en los oídos y, mientras caminaba, comenzó a reproducir su canción favorita.

Caminaba por las angostas calles de Suwon, admirando todo con la naturaleza de un artista, dibujando las pequeñas casas coloniales, la belleza de los árboles, y algunas personas distraídas.

Pero nada lo convencía como para que fuera su verdadera obra.

Entonces, vio una pequeña taberna y decidió dirigirse hacia ella. Estaba exhausto después de tanto caminar por las calles.

Abrió la puerta y guardó su walkman, escuchando el tintineo de una pequeña campanita. Los murmullos de las conversaciones llenaban el aire, con un buen ambiente de risas, licor y música de bandas de rock del momento, todo perfecto para el momento.

Se acercó a la barra sin dejar de observar a los hombres y mujeres por todo el lugar.

— ¿Y bueno, qué te damos, dibujante? — dijo un chico mientras lo atendía, girando su cabeza en la dirección de la voz mientras pensaba qué pedir.

— ¿Puedo preguntar qué licores tienes?

— Claro. — El chico sonrió, se agachó y le entregó una pequeña carta con la lista de licores y bebidas disponibles.

Cuando Taehyung la tomó, solo pudo admirar las cientos de opciones. Algunas con bastante alcohol, otras solo para saborear.

— Y bueno, ¿qué decides?

— Creo que tomaré un Soju — dijo mientras le devolvía la carta.

— Bien.

El chico se alejó y Taehyung aprovechó para volver a observar a las personas. Amaba ese tipo de ambiente.

— Aquí tienes, señor.

Con la bebida en la mano, Taehyung esbozó una pequeña sonrisa, sin mostrar los dientes. El Soju estaba delicioso, algo que su madre le había dicho y que ahora comprobaba.

— ¿No eres de por aquí, cierto? — preguntó el chico mientras Taehyung tomaba otro sorbo.

— Oh, no. — Contestó Taehyung. — Soy japonés, pero mi madre es coreana.

— Ya veo.

Volvieron a quedar en silencio mientras Taehyung disfrutaba de su bebida y el chico limpiaba algunos vasos.

— ¿Siempre es así aquí? — preguntó Taehyung, mirando al chico que seguía con su trabajo.

— Sí. — El chico hizo una pausa para alzar la cabeza y mirar a las personas del local. — Ya ves, son pocos los lugares fuera de América donde se escucha rock.

— Pensé que a los coreanos les gustaba el rock.

— No. — El chico pensó por un momento antes de responder. — Bueno, no lo sé. La mayoría escucha baladas. Sabes, está de moda ese tipo de música por acá.

— ¿Qué tal en Japón? — preguntó el chico de la barra.

— En Japón, se escucha en su mayoría jazz.

El chico asintió, dejando los vasos en su lugar mientras Taehyung terminaba su bebida.

— ¿Cómo te llamas?

— Taehyung. Kim Taehyung.

Al escuchar su nombre, el chico extendió la mano.

— Soy Kim Namjoon.

Taehyung sonrió y estrechó su mano, soltándola después de unos segundos.

— ¿Qué harás luego? — preguntó Namjoon, apoyado en la barra.

— No lo sé. Creo que ya te diste cuenta de que vine a dibujar. Pero... no sé qué hacer, quiero que sea... algo diferente.

Namjoon asintió mientras se apoyaba en la barra, pensativo.

— Salgo en unos minutos. ¿Me esperas?

Taehyung asintió nervioso, y Namjoon le guiñó un ojo antes de irse a atender a otro cliente, terminando su turno.

Diario Y Pintura | VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora