I. Descortés.

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Cuando Nigel golpeó a Adam pudo sentir por su mente como repasaba todas las estrellas e incluso con el dolor provocado por esas firmes manos, no pareció tener molestia.

"¿Hable mucho?"

"Claro que hablaste de más."

"No era mi intención."

"No soy un chupapollas, Adam."

"Yo tampoco lo soy." Nigel pareció enojarse más con esa respuesta.

Hace un mes exactamente cuando el presupuesto de vida de Nigel pareció reducido tuvo que verse obligado a vivir en un apartamento más pequeño y conseguir un trabajo decente, solo por el momento. Se había acostumbrado muy poco a esta vida hogareña cuando tuvo la suerte de conocer a su primer vecino, Adam.

No exactamente conocer se refiere por hablar, este lo había visto ser completamente descortés con otra vecina cuando fumaba al otro lado de la acera. Hace un momento podía sentir como esos ojos azules lo penetraban y observaban mientras solo estaba sentado ahí, hasta que la vecina lo chocó con el carrito de compras, Nigel tuvo que contenerse como pudo para no reirse de como el chico salió del trance, pero aún más cuando ella intentó entablar una conversación con él y este simplemente pasó de hacerlo.

Antes de que ese chico pudiera volver a observar descaradamente, Nigel ya se había ido.

Después de ese día se sintió como si un mapache lo acosara todos los días, alimentando su curiosidad y siguiéndolo pensando que no lo notaría. Hasta el otro día de lavado cuando este iba entrando al cuarto de lavado y al ver a Nigel automáticamente y sin siquiera saludar se dio la vuelta.

"Espera, ¿No ibas a lavar? se ve que lo necesitas." Dijo burlonamente por cómo iba vestido el chico, una bata de dormir negra.

Adam pudo sentir su cuerpo tensar y volvió rápidamente.

"Si... iba a lavar." fueron las primeras palabras que intercambiaron.

Nigel estaba recargado sobre la lavadora que él estaba ocupando mientras observaba como el otro sacaba sus prendas y las metía en la lavadora muy concentrado.

"Nigel, me mude hace poco."

"Lo sé, no lo del nombre." Sonrió orgulloso Adam, volteando hacia él pero sin mirarlo a los ojos.

Adam repasó por su mente todo lo que socialmente se debía hacer, extendió su mano aunque no quisiera.

"Yo soy Adam."

Nigel la aceptó y sonrió complacido, Adam no le suponía tanta fuerza incluso después de observar tanto, o no pensaba que emplearía tanta para un apretón de manos. Pero así era Nigel por naturaleza y su pasado.

"Estoy trabajando en un pequeño negocio, es abrumador este tipo de ambiente para mi."

Intento tener conversación, pero el chico pareció volver a lo suyo. Nigel lo miró fijamente durante ese tiempo que perdió bastante la cuenta e idea de todo el rato que fue.

"Bueno, espero llevarnos bien, Adam, estoy en el tercer piso por si un día necesitas algo."

"¿Tercer piso?" Pareció captar toda la atención de nuevo, solo asintió.

"¿Puedes ver el cielo?"

"Lo haría, si la ventana no estuviera hasta la mierda de hollín." su respuesta pareció desalentar al chico.

 "¿Te gusta el cielo?"

"Me gusta, de hecho..." antes de hablar Adam pareció pensar demasiado y luego simplemente se fue caminando, ni un adiós. 

Space dogs. (corto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora