Capitulo Dos

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Bruno Madrigal..

O al menos algunos lo llamaban así..

El único hijo de Alma Madrigal, el menor de los Trillizos.

Bendecido con el Don de ver el futuro.

Pero el no lo llamaría exactamente una bendición.

El solo tenía cinco años cuando obtuvo su Don junto con sus hermanas. La mirada de orgullo en su madre en los primeros días, luego ya no lo fue más. Reproche y tras regaño por "mal uso" de sus poderes, la mayoría siempre terminaba con el niño en lágrimas hacia su habitación, tras escuchar las feas y duras palabras de su Madre. Cerrando la puerta tras de sí y mantenerse encerrado hasta mañana, tenía las esperanzas de que su madre le pidiera perdón por tan frías palabras.

Pero nunca lo hizo..

Mientras toda su atención estaba en sus hermanas, dándole sus felicidades y orgullos en ellas, el solo se quedaba atrás. Practicando sus visiones e intentar dar resultados más positivos. Pero nada parecía dar frutos, parecía que solo empeoraban las cosas, y las palabras de Alma Madrigal se repetían en sus memorias.

¿Por que? ¿Por que no puede hacer cosas buenas? ¿Por que no puede ser el hijo que su madre desea? ¿Por que no puede ser perfecto como sus hermanas?

Elogiandolas por ser tan buenas hijas.. Su hermana Julieta, la curandera y perfecta.

Y su otra hermana, Pepa. Con el Don de controlar el clima con sus emociones, Siempre calmada

Y ni hablar del pueblo..

"Mala suerte Bruno"

El nunca quiso esto, el solo quiere ser un niño normal, divertirse, tener amigos y familia que lo apoye.. Pero al tener magia maldita, ¿Que más puede hacer?

A veces deseaba tener a su Padre, a su lado.. Dándole consejos, consolandolo.
¿Que le diría el si le contara la situación? ¿El si intentaría animarlo o serían las mismas palabras de su madre?

¿Que hubiese pasado si el no hubiera muerto? ¿Habrian recibido un milagro igual?

Tantas preguntas lo torturaban y ninguna tenía respuestas que el deseaba obtener.

Si no tenía a sus hermanas con el, entonces.. Tal vez intentaría tener amigos..
Pero todos se apegaron a las palabras de los demás. Nadie quería ser su amigo, algunos se sentían incómodos, otros simplemente no soportaban tenerlo cerca. ¿Acaso iba a estar solo toda la vida?

Y en esos momentos, cuando llegó a la adolescencia.. La conoció a ella.

María Domínguez, la hija menor de Adam y Emily, amigos cercanos de la Abuela (no tanto como los Guzmán) la mujer más bella tanto físico como de corazón, si le preguntaras a Bruno.

Ese día era uno de los peores de su vida. Su madre volvió a reclamarle las visiones, que quería que por favor intente hacer algo bueno por la familia, que contribuya por el milagro, que valore los sacrificios que han hecho para salir adelante.. Lo único que Bruno quería era irse de ahí sin escuchar más la irritante voz de su madre, sin escuchar ese tono de decepcion que ya parecía seguirlo desde siempre.

El agua del lago, a veces odia las cosas transparentes, sobre todo si puedes ver tu reflejo en ellos. Y el agua de ese lugar le daba una vista que quería borrar de ese mundo, queriendo hacerse uno y no aparecer más. De todas formas, ¿Quien se preocuparía por el?

Si una persona se preocupara por el, deseaba que no fuera por lastima.

De pronto el río reflejo una sombra, parecía sentarse al lado de Bruno y sacar de su bolso tejido a mano, algo que parecía ser un peluche de ratón gris.

- He escuchado que pasas mucho tiempo con tus amigos ratitas, a mi también me agradan los roedores aunque me lo prohíben. Quiero que sepas que siempre he querido ser tu amiga, no creas que estoy obligada ni nada por el estilo, pero creo que alguien como tú necesita por lo menos alguien que te entienda - Le coloca su mano en el hombro en señal de consuelo - Bruno, tus visiones serán malas tal vez, pero tú solo lo ves, no lo escribes. Lástima que no quieran entenderlo, que no sepan que tienen la oportunidad de cambiarlo según sus acciones. Pero a veces no podemos hacer nada.

- No entiendo, María - Suspiro algo lloroso - Yo solo quiero que me acepten como soy, quiero ser especial, como mis hermanas. Todos las adoran y me odian, a ellas les arrojan flores y a mí piedras. ¿Sabes que es lo peor? Que mi propia madre no haga más que recriminar por todo, comparandome con mis hermanas y siendo un mal hijo por no honrar la memoria de papa y retribuir el milagro que se nos concedió. ¡No lo aguanto más! ¡Estoy cansado de esto!

La joven de cabello castaño ondulado lo único que hizo fue acercar más al quinceañero hacia su pecho para dejarlo derramar sus lágrimas, tenía que dejarse liberar de esa carga tan pesada que lo deja sin fuerzas.

¿Como podía ayudarlo? ¿Como podría hacer que Alma entendiera el daño que esta causando en su hijo? ¿La escucharía? ¿O simplemente se defendiera y le endulza el oído como lo hace con los demás?

Tantas dudas y tantas ganas de luchar contra esa mujer, tantos reproches y palabras que amaría escupirlas en su cara.

Pero.. ¿Quien era ella para enfrentarse a la Matriarca? ¿A la persona que les dio un hogar donde vivir?

Como dijo hace unos momentos..

A veces no podemos hacer nada.

Y ese era el resultado.

En un intento de levantarse y ayudar a Bruno, María se resbaló con su falda con un poco de barro y cayó de espaldas al lago, sintiendo dolor por el impacto y el agua salpicando, algunas gotas lograron mojar a Bruno. Haciendo que estallara de la risa.

- ¿Eso te pareció gracioso eh? - Sonrió María con burla - ¿Sabes que más me da risa? ¡Esto!

La morena tomó a Bruno desprevenido y jalo del brazo hasta que el cayó pero a diferencia de ella. El cayó de cara al lago y esta vez fue María la que estalló de risa.

- ¡Guerra de agua! - Grito Bruno lanzando una ola hacia su amiga.

Y así anduvieron por casi dos horas antes de que cayera la noche, el cielo tomando color naranja con todos casi azulados. Los dos quinceañeros tenía que retirarse a sus hogares antes de que sus familias los busquen.

- Gracias María.

- ¿Por que?

- Por transformar mi mal día en uno mejor, por sacarme de mi pesadilla para traerme a un sueño. Por darme un verdadero regalo.

- Es sólo un peluche..

- No, la verdad es que no es sólo un peluche, no he tenido muchos regalos sido digamos. Sinceramente hubo algunos por parte de mis hermanas y las aprecio, pero nunca he recibido de alguien que no sea de ellas. De niño nunca he tenido juguetes, mi madre decía que no tendría tiempo para juegos. Que enfoque más en ayudar en vez de perder el tiempo. Por eso me alegraste tanto, con tu presencia, tu apoyo, tu juego en las aguas y este regalo.

Es un tesoro que vale la pena apreciar.

Se despidieron con un beso en la mejilla, un saludo muy educado y adecuado. La vio irse desde las puertas, reduciendo su hermosa vestimenta verde pastel, su cabello castaño ondulado que llegaba hasta los hombros, y su piel blanquecina resaltaba entre los pocos destellos naranjas que comenzaban a desaparecer.

No se dio cuenta de la sensación tan cálida y reconfortante en el pecho, nadie le arruinaría ese tarde-noche tan especial, ni siquiera los regaños de su madre le afectarían.

𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙇𝙖𝙨 𝙎𝙤𝙢𝙗𝙧𝙖𝙨|| 𝙀𝙉𝘾𝘼𝙉𝙏𝙊 || 𝙋𝙖𝙥𝙖́ 𝘽𝙧𝙪𝙣𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora